jueves, 30 de junio de 2016

Lo señala Andrés Oppenheimer Concretar la innovación en un país dura 20 años

Innovación es introducir novedades que generen beneficios tangibles a nivel de productos, servicios, tecnología, procesos internos, entre otros y en Latinoamérica es una práctica poco común y más en las empresas. Por ello, el escritor Andrés Oppenheimer en una teleconferencia en el evento "Innovation for Business", señala que para desarrollar este tipo de paradigmas en un país se debe trabajar a largo plazo, siendo los resultados palpables hasta en 20 años.

La pobreza no es un obstáculo. De acuerdo a Oppenheimer los actores políticos se manejan con plazos electorales de 4 a 6 años, mientras que la educación e innovación son proyectos a 20 años plazo, toda vez se debe colocar a la educación en primer lugar, concretar la infraestructura y crear una cultura de tolerancia al fracaso.

"¿Qué puede hacer América Latina para no quedarse atrás en el mundo de la innovación?. En primer lugar incrementar la inversión pública y privada en la creación de desarrollo. Tenemos que competir en asuntos donde tenemos alguna ventaja competitiva, no solo en tecnología y para ello se debe crear una cultura de admiración a la educación de calidad. Esas son las claves del futuro", explicó Oppenheimer.

En este sentido el escritor, agrega que países como Bolivia no tiene que colocar la pobreza como obstáculo para desarrollar estos proyectos, ya que existen muchos ejemplos en el mundo que han logrado salir adelante, tal es el caso de la India, que hace varias décadas creó siete institutos de alta tecnología, cuando el analfabetismo bordeaba un 90% de la población y ahora el país es un mercado generador de ingenieros, siendo este uno de sus motores económicos.

Por su parte, Javier Algarañaz, director de Addvisory Group, señala que los gobiernos deben destinar al menos un 5% del Producto Interno Bruto (PIB) en investigación y desarrollo, para obtener resultados positivos en la economía en el futuro.

"La innovación no es una práctica común en las empresas de Bolivia, ya que debería ser una práctica fomentada desde la educación. Por ejemplo, en Corea del Sur se destina 4,5% del PIB a la educación, investigación y desarrollo, por lo que en 50 años ya es una economía bastante sólida", dijo.

En tanto, Héctor Malarín, representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Bolivia, destacó la apertura de Bolivia en la innovación tecnológica para el sector productivo, pero observa la falta de conexión en los eslabones de la cadena productiva y científica. "La creación de condiciones para aumentar la productividad y diversificación hacia actividades con mayor contenido de conocimiento y valor agregado es uno de los retos que enfrenta el país, para eso se debe diseñar políticas que mejoren el entorno, reduciendo costos en las transacciones de las empresas, facilitando regulaciones, simplificando trámites", dijo.

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