Se hundió la moneda argentina, desencadenando inquietudes mundiales sobre las economías en desarrollo. Brasil batalla para minimizar la preocupación por años de crecimiento lento. Venezuela, ubicada encima de las reservas petrolíferas más grandes del mundo, tiene una de las mayores tasas inflacionarias mundiales. Y también está Bolivia. Guardada a la sombra de sus vecinos más populosos y más prósperos, la pequeña y empobrecida Bolivia, otrora un perenne caso perdido, de pronto, se ha convertido en un tipo diferente de excepción, en el buen sentido.
Su economía creció aproximadamente un 6,5% el año pasado, entre las tasas más sólidas en la región. La inflación se ha mantenido a raya. El presupuesto está balanceado y se recortó la deuda gubernamental, otrora incapacitante. El país cuenta con reservas de divisas en un fondo para tiempos difíciles tan grande – para el tamaño de su economía – que podría ser la envidia de casi cualquier otro país en el mundo.
“Bolivia ha sido, en cierto sentido, atípica”, señaló Ana Corbacho, la jefa de la misión del Fondo Monetario Internacional, y agregó que la caída en los precios de las materias primas y otros factores han aminorado las expectativas económicas en toda la región. “La tendencia general es que hemos actualizado nuestras proyecciones de crecimiento a la baja, excepto para Bolivia que la revisamos hacia el alza”.
Bolivia ha tomado un camino insólito para convertirse en predilecta de las entidades financieras, como el Fondo Monetario, no menos debido a los elogios que provienen de algunas de las mismas entidades a las que al presidente Evo Morales le encanta sermonear. Es frecuente que Morales hable con dureza del capitalismo y de algunos de sus más ardientes defensores, como las grandes corporaciones, Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Él nacionalizó el sector petrolero y gasífero después de asumir el cargo en 2006, y expropió más de 20 empresas privadas en una diversidad de actividades.
No obstante, mientras Morales se autodenomina revolucionario, otros han empezado a usar una palabra muy distinta para describirlo: ‘prudente’.
Tanto el Fondo Monetario como el Banco Mundial, en informes recientes, elogiaron lo que llamaron las políticas macroeconómicas ‘prudentes’ de Morales. Fitch Ratings, una importante agencia calificadora del crédito, habló de su ‘administración fiscal prudente’.
Amplia tendencia
Mientras Morales sigue firmemente en el campo izquierdista latinoamericano, en muchos asuntos económicos encaja dentro de una tendencia más amplia, alejada de la rigidez ideológica en la región. En Perú, el presidente Ollanta Humala pasó de un izquierdista ardiente a ser un centrista. “Definitivamente, se ha menospreciado al elemento del pragmatismo” en la región, notó Maxwell A. Cameron, un profesor de ciencia política en la Universidad de Columbia Británica.
No hace mucho, Bolivia era un foco de atención por la inestabilidad política y económica, y si bien sigue siendo el país más pobre de Sudamérica, es mucho lo que ha cambiado.
El crecimiento económico del año pasado fue el más firme en al menos tres décadas, según el Fondo Monetario, y siguió una serie de varios años de crecimiento sano. La parte de la población que vive en pobreza extrema cayó a 24% en 2011, en comparación con 38% en 2005, el año anterior a que Morales tomara posesión como presidente.
Uno de los acontecimientos más sorprendentes es la forma en la que Bolivia ha acumulado divisas, formando un fondo para tiempos difíciles, de unos 14.000 millones de dólares, equivalente a más de la mitad de su producto interno bruto. Según el Fondo Monetario, Bolivia tiene la proporción más alta del mundo de reservas internacionales en relación con el tamaño de su economía. “Le estamos mostrando al mundo entero que se pueden tener políticas socialistas con equilibrio macroeconómico”, notó el ministro de Economía y Finanzas, Luis Arce. “Todo lo que vamos a hacer está dirigido a beneficiar a los pobres. Pero lo tienes que hacer aplicando la ciencia económica”.
Al país le va bien gracias a los precios relativamente altos del gas. Eso le permitió ordenar que los trabajadores en todo el Gobierno y en el sector privado recibieran un aguinaldo doble.
Fue una medida populista que los críticos vincularon a la próxima temporada de elecciones. Sin embargo, está de acuerdo con un esfuerzo más amplio para redistribuir la riqueza y dirigir parte del ingreso por el gas a las personas.
“No diría, necesariamente, que son políticas económicas de la corriente principal”, dijo Corbacho. “Lo que evaluamos como muy positivo es el resultado que han obtenido cuando se trata de crecimiento e indicadores sociales”, agregó
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