A Santa Cruz llegó el destacado empresario y líder nikkei (de origen japones) mexicano Carlos Kasuga Osaka que ocupa el lugar 15º del ranking general de líderes de empresas en el marco de un informe de reputación corporativa de México. Durante su corta estadía en la ciudad, hizo un espacio en su agenda para una entrevista con El Sol en la que habló sobre las debilidades de Bolivia y su gente para lograr que los jóvenes sean grandes empresarios como hay en Japón, tierra de sus orígenes.
¿Cuáles son las claves para ser un líder empresario?
C.K.: Primero, hay que entender que la empresa está formada por cinco elementos y que no es de uno. Está formada por el capital de uno, trabajadores, proveedores, clientes y por la sociedad. Todos estos elementos son muy importante para que se forme una empresa porque cuando dices `mi empresa´ te vuelves capataz y crees que eres dueño de los trabajadores y así ya estás perdido. El otro concepto es educativo, y tiene que entenderse que para poder dirigir y estar al frente de una empresa, primero tiene que empezar, uno con uno mismo y para ello se necesita seguir tres pasos.
¿Cuáles son?
C.K.: El Bien Ser, que significa ser puntual, honesto, respetuoso, disciplinado y ser trabajadores. El segundo paso, es el Buen Hacer: todo lo que hagas hazlo bien desde un principio, si te vas a levantar, te vas a bañar, trabajar, estudiar, jugar algún deporte, hazlo bien. Estas personas que hacen estos dos pasos, sienten antes de entrar a descansar en sus camas el tercero paso, el Bien Estar: que es sinónimo de felicidad, porque diste a las personas lo mejor de ti, el día de hoy a todas las personas con cuales tuviste contacto.
Estas personas que sienten estos tres pasos, tarde o temprano llegan a tener el Bien Tener.
¿Y Cuándo descubrió estos pasos en su vida?
C.K.: Yo los descubrí por la cultura oriental japonesa, que he recibido desde pequeño y por eso Japón es lo que hoy.
En una leve comparación ¿Qué le falta a Bolivia para ser cómo Japón?
C.K.: Japón es tres veces más chiquito que Bolivia en territorio, a nosotros no nos sale ni una gota de petróleo y Bolivia da petróleo, gas, acero, hierro, cobre, estaño y todo. Japón no tiene todos esos elementos, es un gran productor de automóviles y electrodomésticos. Acá los mangos se pudren sin hacer cosecha, y uno les pregunta a la gente, ¿por qué no cosechas los mangos? Y te responden, ¿para qué?, cómo que para qué, para venderlos pues, y responden, nadie los compran, todos tienen. Ochos mangos en Japón valen 100 dólares. Cuando Japón está como ahora bajo dos metros de nieve, no consigues ni una papaya, plátano o tomate crudo, y tu Bolivia te la da día a día. ¿Y quién le sabe agradecer?, pues nadie agradece a esta tierra, pero eso sí, nos quejamos, que somos pobres, pedimos que alguien nos ayude, porque me explotan, me engañan, etc.
¿Dónde cree que radican esas fallas?
C.K.: Esto se da, porque ni en el kinder, escuelas, hogares, universidades ni en las empresas les enseñan a que tienes que dar el alma para hacer todo. Y la gente lo hace a medias o por cumplir. Además que hay una mala educación de las escuelas del No Hacer: no corras, no brinques, no te quites el abrigo, no grites, no te pelees. Una educación de no hagas y no hagas. Y cuando terminan las universidades, ya le metieron tanto en sus pequeñas mentes de no hacer que al final no saben hacer nada. Por eso, los grandes empresarios de Latinoamérica llegan a ser extranjeros: árabes, judíos, libaneses y hasta japoneses y chinos. Y porqué ellos si pueden hacer y nosotros no. Tu crees que cuando ellos llegaron a este país, ellos trajeron dinero? No, ni siquiera hablaban el español, pero eso si, trabajaron como 14 ó 16 horas diarias y se volvieron empresarios. Y nosotros queremos solo trabajar 8 horas y de lunes a viernes porque el fin de semana hay un juego de fútbol.
¿Qué conoce sobre los empresarios bolivianos?
C.K.: Aun no los he visto, pero me doy cuenta viendo en las calles unos BMW, unos carrasos y a la vez mucha gente pobre. Los bolivianos tienen que darse cuenta que viven en un tesoro, que dejen de pensar que son pobres o dejar esa mente de perdedores. Lo que hay que saber, es nada más que trabajar, saberlo repartir justamente, tener fe en cada uno de ustedes y sobre todo estudiar mucho.
'Vengo a motivarlos para que se vuelvan empresarios, aquí necesitan más fuentes de trabajo'
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