Era una pequeña botella que por fuera no era nada atractiva y que a primera vista no me gustó para nada, probablemente guiado por esa imagen nunca habría comprado el contenido.
Se trataba de un perfume nuevo que finalmente me impactó cuando lo probé y decidí que era de mi agrado. Comenté con mi esposa el tema de cómo si sólo me guiaba por algunas variables mi decisión podría ser sesgada.
Ahí recordé una frase sobre lo importante que es “ser y parecer”, la coherencia entre lo que somos y mostramos afuera.
En cualquier capacitación de autosuperación personal también se habla de lo importante que es el ser consecuente con lo que queremos irradiar al medio. Si queremos ser exitosos y nos consideramos así vivamos, vistamos, comamos o hasta hablemos como exitosos.
Todos los días tropezamos con situaciones que exigen mucho de nuestro esfuerzo mental y que prueban nuestra formación. No siempre siendo transparentes y coherentes ganaremos la voluntad, el respeto y la admiración de las personas, pero sí sabremos que hicimos lo correcto.
Si este tema aplica perfectamente a personas puede ser útil en empresas donde no existe coherencia entre lo que reflejamos y somos. Un ejemplo típico de esto se da cuando la organización dice que está orientada al cliente y, por otro lado, ni su infraestructura y sus horarios o formas de atención reflejan esto.
Sólo los clientes finales nos pueden dar la información o retroalimentación al respecto de nuestra orientación al usuario.
La coherencia se verá como un espejo donde se reflejará lo que realmente somos.
"También en las empresas no existe coherencia entre lo que reflejamos y somos. Un ejemplo es que la organización diga que se orienta al cliente, pero no tiene los medios para hacerlo"
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