lunes, 9 de marzo de 2015

La educación financiera y el ahorro

Una realidad innegable en nuestro país es que la educación financiera en general es muy mala, la mayoría de las personas gestiona su dinero de manera poco apropiada, se puede endeudar fácilmente y lo que es aun peor: una deuda pudiera llegar a duplicarse o triplicarse en el tiempo por una mala administración. Es por ello que la educación financiera en nuestra comunidad es de suma importancia para que tengamos finanzas familiares sanas y podamos maximizar el uso del dinero, considerando la planificación adecuada de nuestros ingresos, gastos, ahorros o inversiones.

De esa manera, estimados amigos, en esta ocasión comparto con ustedes algunas ideas sobre cómo ahorrar.


Cómo comenzamos
Suponiendo que cada uno de nosotros puede generar ingresos propios o tiene un sueldo fijo, ya hemos cubierto la mitad del camino para poder ahorrar. Mensualmente, una parte de los ingresos que percibimos la podemos destinar al ahorro, dependiendo de los gastos fijos que enfrentemos todos los meses, como ser el alquiler, el agua, la luz, el teléfono y otros similares.
Hay personas que, como dice mi sabia madre, "llegaron al mundo con la marraqueta bajo el brazo” y pueden ahorrar más del 50% de sus ingresos ya que son emprendedores o profesionales jóvenes (o no tan jóvenes) que no tienen muchos gastos fijos pues viven aún en la casa de sus padres y comen de la olla grande. Pero, por otro lado, hay personas que por su alto nivel de gastos fijos, todos los meses pueden ahorrar menos del 5% de sus ingresos, por ejemplo muchas madres y padres de familia con hijos pequeños en edad escolar.
En esa línea, inicialmente es muy importante evitar los gastos innecesarios en el diario vivir, por ejemplo productos tentadores de vitrina con 30% o 40% de rebaja. Para decidir comprar o no este tipo de productos, uno debe responder honestamente a tres preguntas: si el producto es indispensable, o si es sólo un gustito o un capricho. Si la respuesta es que es sólo un gusto, se puede prescindir de la compra.
La segunda interrogante deberá ser cómo se pagará por la nueva adquisición. Si es en efectivo, tenemos una variable de control que es nuestra disponibilidad inmediata de dinero, pero si es a crédito (o con tarjeta de crédito) tengamos cuidado, pues muchos nos manejamos con las tarjetas como monos con ametralladoras.
Finalmente, debemos reflexionar si utilizaremos muchas veces nuestra flamante compra. Si no es así, quizás tengamos que repensar la adquisición, pues en muchas ocasiones compramos cosas para usarlas una o dos veces al año y queden olvidadas al fondo del ropero o del depósito.
Si después de hacer el análisis arriba planteado aún decide efectuar la compra, debe estar consciente que la hizo en detrimento de otros gastos, por lo que es recomendable que lleve el registro de sus egresos, lo contraste con sus ingresos y no termine el mes "rascando sus bolsillos” con cuentas sin pagar.
Deudas innecesarias
El dinero es muy difícil de ganar pero fácil de gastar, por ello hay que evitar endeudarse por comprar cosas innecesarias como un primer paso para una vida financiera sana.
En esa dirección, ahorrar mensualmente un porcentaje de los ingresos es una buena práctica para generar una cultura de ahorro en nuestra familia. Más aún, una estrategia recomendable es involucrar a nuestras hijas e hijos en la planificación financiera, haciéndoles entender las prioridades comunes de cubrir costos fijos como ser sus estudios, gastos de la casa, o cancelar préstamos, entre otros.
De esta forma, generaremos a nuestro alrededor conciencia sobre el valor del dinero y cómo éste tiene que ser gastado de manera responsable y segura. Es importante dar el ejemplo a los pequeños que no hay que utilizar el dinero "ligeramente” o comprar compulsivamente; más bien es necesario definir prioridades en nuestras vidas e identificar lo necesario de lo deseado, estableciendo objetivos alcanzables de ahorro para poder quizás comprar algún "gustito” en un futuro cercano.

* El autor, economista, es experto en finanzas.

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