martes, 27 de mayo de 2014

Un acuerdo para evadir al fisco en Estados Unidos



Andrew Ross Sorkin - Prof. De Mercadotecnia en el Instituto Europeo de Adm. De Empresas

El presidente y director ejecutivo de Pfizer, Ian C. Read, estuvo en Londres recientemente tratando de convencer a un público escéptico ahí de su plan de adquirir por 106.000 millones de dólares a su rival AstraZeneca. Debía testificar ante un comité parlamentario sobre un acuerdo que ha sido descrito en los tabloides británicos como ‘demasiado peligroso’ y ha provocado una andanada de preguntas sobre potenciales pérdidas de empleos.

Sin embargo, el verdadero interrogante es por qué Read no está siendo llamado a testificar en Washington para explicar el propósito real de este mega-acuerdo: una mega-evasión fiscal.
La búsqueda de Pfizer de AstraZeneca eleva una enorme bandera roja de política pública. Planea trasladar su compañía matriz de Estados Unidos a Gran Bretaña para poder lograr una tasa fiscal mucho más baja y usar el efectivo que ha mantenido en el extranjero para evitar pagar los impuestos estadounidenses.

El acuerdo, de consumarse, muy probablemente privaría al Gobierno de Estados Unidos de miles de millones de dólares en ingresos durante la próxima década.

Pfizer no está ocultando este hecho. Read ha hablado repetidamente a sus inversionistas sobre el plan de ahorro de impuestos. “Liberará la hoja de balance y los impuestos de las compañías combinadas”, dijo durante el fin de semana.

Una tendencia real
Más ominosamente, el acuerdo representa un potencial momento crítico en una tendencia entre las compañías estadounidenses que adquieren a competidores extranjeros y se registran de nuevo en países de menores impuestos, un proceso conocido como inversión.

Un sondeo informal entre banqueros indicó que la tendencia es real. Desde que Pfizer anunció su oferta, al menos media docena de banqueros han contado más de 17 llamadas entrantes de compañías de Fortune 500 que solicitan un análisis de perspectivas de fusión que involucren una inversión. En Washington, a diferencia de Gran Bretaña, donde las implicaciones locales del acuerdo han provocado cierta indignación, no se ha dicho ni pío sobre todo lo que la transacción implica.

Solo un puñado de personas parece estarlo tomando incluso medio en serio, incluido el senador Carl Levin, demócrata de Michigan, que emitió una declaración la semana pasada. “Se está volviendo cada vez más claro que un resquicio en nuestras leyes fiscales que permiten estas inversiones amenaza con devastar las recaudaciones fiscales federales”, escribió.

“Tenemos que cerrar ese resquicio. Estoy dialogando con mis colegas sobre legislación para cerrar el resquicio, lo cual pretendo proponer pronto”.
Se espera que proponga un proyecto de ley para tratar de bloquear esos acuerdos.

Sin embargo, la propuesta del senador Levin muy probablemente será una bandita curativa, no una forma de abordar el problema subyacente, el cual probablemente involucra una amplia reforma del código fiscal corporativo.

A principios de este año, el presidente de EEUU, Barack Obama, buscó de manera similar cambiar la ley, que permite a una compañía registrarse de nuevo en el extranjero si adquiere a una compañía extranjera en una transacción que transfiera más de un 20% de las acciones a dueños extranjeros. El presidente quiere elevar el umbral a un 50%. Pero ambos enfoques son el equivalente a poner una cuerda de terciopelo frente a un club de moda, pues no retira el incentivo para dirigirse ahí en primer lugar.

Para entender mejor lo que está en juego para Pfizer – y lo que hace a este tipo de acuerdos tan atractivos para otras compañías – consideren estos cálculos matemáticos básicos: Al registrarse de nuevo en Gran Bretaña, Pfizer muy probablemente ahorraría unos 200 millones de dólares al año por cada punto porcentual menos que pague en impuestos, según Barclays. Pfizer pagó una tasa del 27,4% en Estados Unidos; AstraZeneca pagó alrededor de un 21,3% en Gran Bretaña.

Esos seis puntos porcentuales pudieran convertirse en una bonanza anual de más de mil millones de dólares. Eso no es todo. Da a Pfizer un activo que genere ingresos sin tener que repatriar nada de sus 57.000 millones de dólares en efectivo depositados en el extranjero.

Impacta en empleos
El problema tampoco es simplemente los ingresos fiscales perdidos. Cuando una compañía cambia sus oficinas centrales, los empleos invariablemente también se van.
La respuesta no es tan sencilla como reducir la tasa de impuestos corporativos de Estados Unidos para hacerla más competitiva ante competidores extranjeros. También involucra eliminar resquicios fiscales y muy probablemente adoptar un sistema que grave las utilidades extranjeras localmente.

Aunque nadie quiere involucrarse en una competencia fiscal mundial en declive con países que compitan por las compañías ofreciendo tasas de impuestos cada vez más bajas, debe haber un terreno medio que le haga lo suficientemente atractiva para que las compañías quieran permanecer mientras pagan su parte justa.

La realidad es que muchas compañías multinacionales mundiales basadas en Estados Unidos están enfrentando un crecimiento más lento y están desesperadas por encontrar utilidades donde puedan. Si pueden minimizar fácilmente sus cuentas fiscales, eso es muy atractivo.

Quizá debiera haber una moratoria durante los próximos dos años sobre todas las inversiones. Dado que es casi imposible creer que la reforma fiscal real puede suceder hasta 2016, podría haber una verdadera razón para asegurarse de que la tendencia de la inversión no continúe. ¿Tendría consecuencias no intencionales? Por supuesto. Pero la alternativa podría ser peor

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