Los municipios del país, que son los gobiernos que más cerca están de los ciudadanos y sus demandas en infraestructura de salud y educación, por ejemplo, han comenzado a registrar menores ingresos, a causa de la crisis de precios del petróleo.
Como las cotizaciones internacionales del crudo han entrado en una espiral a la baja, las facturas trimestrales por las ventas de gas a Brasil y Argentina ya no son como las de la denominada "Década de oro”, del tiempo de las vacas gordas o de los diez años de bonanza. Las recaudaciones por el Impuesto Directo a los Hidrocarburos son menores, por lo cual la coparticipación tributaria con las gobernaciones, los municipios, las universidades públicas y con el Fondo Indígena –dicen que es una nueva institución-, en montos, también ha registrado descensos, de tal modo que los presupuestos ediles han comenzado a contraerse.
El importante recorte de ingresos ediles ha obligado al Gobierno y a los municipios a crear planes anticrisis ante el nuevo escenario; en La Paz, las autoridades municipales han resuelto rebajar sus sueldos y, con el fin de no paralizar la gestión en las regiones, se ha creado un fondo que ayudará a los gobiernos municipales a financiar las obras en ejecución. La constitución de otro fondo mediante un fideicomiso para las gobernaciones, para amortiguar también la caída de los ingresos por el gas, ya anticipaba que la situación económica en el país entraba en una fase de caída.
Y si a este preocupante nuevo panorama se suma la situación de virtual quiebra financiera de Tarija, la principal región productora de gas, no cabe duda de que se vienen tiempos difíciles, pese a que los organismos internacionales han anticipado cifras de crecimiento récord en la región.
Antes, no era difícil gobernar en la abundancia; el problema, ahora, es encontrar el camino adecuado para gestionar recursos que son limitados para necesidades, por definición, ilimitadas. Es decir, cómo resolver el principal problema de la economía.
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