Durante 2013, la economía boliviana presentó una sorprendente tasa de crecimiento. Un 6,8 por ciento, la más alta en 38 años. En 1974, la economía había crecido a una tasa del 7,3 por ciento. En 2013, la tasa de inflación medida por el comportamiento del PIB cerró con un incremento del 6,5 por ciento, la cuarta más alta de Sudamérica, indicio de sobrecalentamiento de la economía.
Para 2014, el Gobierno pronosticó una tasa de crecimiento anual del PIB del 5,7 por ciento con una tasa de inflación del 5,5 por ciento. Cepal proyectó para Bolivia un crecimiento del 5,5 por ciento, pero el Fondo Monetario Internacional, en su reciente informe correspondiente a octubre, estima un crecimiento del 5,2 por ciento, cuando para América Latina se estima un crecimiento de sólo el 1,1 por ciento.
El crecimiento de la economía boliviana durante estos últimos nueve años se explica por tres razones fundamentales: altas exportaciones, altas importaciones y alto gasto público.
El año que está por concluir se ha caracterizado por una continua caída de los precios de las materias primas. El escenario que se ve venir es uno en que el valor de las exportaciones caerá principalmente por la caída del precio del gas. Esto se traducirá en una disminución de los ingresos fiscales que debería llevar a una reducción también de los gastos fiscales.
De forma inadecuada, el Gobierno está buscando una tasa de crecimiento del 5,9 por ciento, impulsando el gasto fiscal, sin percatarse de que la tasa de crecimiento adecuada y sostenida puede estar en el orden del 5 por ciento, no más.
"El escenario que se ve por venir es uno en que el valor de las exportaciones caerá principalmente por el descenso del precio del gas. Esto se traducirá en una disminución de los ingresos fiscales"
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