Cuando ciertas economías están a punto de zozobrar o cuando las mismas tienen sombrías perspectivas es que los "entendidos" en sistemas de control administrativo acuden de urgencia a los llamados "fondos de emergencia", justamente recursos que en algunos casos de manera permanente y en otros con cierta eventualidad, son puestos en la "alcancía" estatal o empresarial.
No es ni más, ni menos que la práctica de un ahorro metódico que sirve muy bien en periodos críticos y que debida y disciplinadamente planificados se pueden utilizar, también de manera metódica en los momentos más cruciales o en periodos en que hace falta empujar o consolidar objetivos de beneficio común.
En nuestro país, vaya paradoja del tiempo presente, sucede que ahora que se vinieron abajo los precios de nuestras principales materias primas, producto de la extracción de recursos naturales no renovables, petróleo y gas, por un lado y los minerales por otro, es que la cartera de "reservas internacionales" tiene un saldo millonario a favor en su cuenta operativa y realmente es un "ahorro estatal estratégico", que ha permitido al país mostrarse como bonancible en su economía ante los organismos internacionales.
Es tan interesante el rubro de nuestras reservas que las autoridades del área financiera nacional se animan a minimizar los efectos de la baja de precios de nuestros commodities, señalando que el país está en condiciones de enfrentar el bajón de precios y compensar los efectos "temporales" de tal situación.
Pero si bien ese fondo (el de reservas) que es propiedad del Estado y por lo mismo de todos los bolivianos, es nuestra garantía de solvencia financiera internacional y bien puede servir para conjurar este proceso crítico de precios internacionales en bajada, la perspectiva de su uso tiene otros alcances.
Es natural además que en todo caso, se hubieran adoptado las necesarias medidas previsibles para "soportar" las contingencias pero con disposiciones apropiadas y emergentes de planes elaborados sectorialmente, aclarando la figura, en YPFB y Comibol, por señalar responsabilidades precisas que debieron aplicarse en "buenos tiempos".
En el caso del petróleo se estimó en algún periodo la creación de un "fondo de estabilización" de precios que permitiera equilibrar la balanza ante los cambios intempestivos o los de largo efecto en la cotización del oro negro, de modo tal que echando mano a ese fondo se puedan neutralizar los efectos temporales de una crisis, pero por supuesto imposible pensar en hacer frente a los grandes intereses de las potencias petroleras mundiales y la OPEP.
En lo que concierne a los minerales la situación, una vez más proviene también de posiciones enmarcadas en intereses particularizados de los grandes países industrializados y el manejo de las reservas de materia prima o el estocamiento de cierto tipo de producción que define la escala de precios para la compra de materias primas, cuándo y en qué volúmenes.
El efecto es propio de los países dependientes como el nuestro, sujeto a tales vaivenes y en desigualdad de condiciones para hacer frente a las reglas que imponen los "manejadores" de la economía mundial. De momento la única manera de contrarrestar esa situación es aumentando y mejorando nuestra producción de metales.
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