Cuando el economista John Maynard Keynes refirió a su par Roy Harrod, en 1938, que la “economía es la ciencia de pensar en términos de modelos, unido al arte de escoger los modelos que son relevantes al mundo contemporáneo”, vislumbró que “no se puede llegar muy lejos, excepto diseñando modelos nuevos y mejorados”. Hoy, bajo este parámetro en 2018, distintas entidades orquestan una nueva mesa que vislumbra a la economía naranja, relacionada con las industrias creativas, como una fuente potencial de convertirse en un nuevo polo de desarrollo económico para Bolivia.
Según un estudio de la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (Cainco), apoyado en datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2017 la economía naranja generó en Bolivia $us 567 millones, correspondientes al 1,52% del Producto Interno Bruto (PIB) y el 2,27% del consumo nacional.
Estas cifras corresponden a siete de 14 sectores que aglutina esta industria y que conectan el arte y la cultura con la generación de valor económico e innovación, según la visión del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y guardan datos como la asistencia de 858.000 espectadores a las salas de cine o el gasto de Bs 629 millones en gastronomía local.
A las bases expuestas por Cainco se sumó el máximo ejecutivo del BID en Bolivia, Alejandro Melandri, quien resaltó que estos espacios no convencionales están ocurriendo en distintos sectores que están en ángulos poco visibles y que merecen una atención especial por el impacto palpable que requiere medir y entender sus mecanismos.
Este punto de vista fue reforzado por el especialista en innovación de la división de Competitividad, Tecnología e Innovación del BID, José Miguel Benavente, al señalar que la economía creativa es una oportunidad para generar empleos y enfatizó que se puede promocionar el emprendimiento desde la base creativa a través de capitales de riesgo y aceleradoras de negocios.
Ambos subrayaron que la educación juega un papel transversal para provisionar capital humano avanzado al mercado. Benavente expuso que los centros académicos son espacios de libertad para el desarrollo de actividades que experimentan y validan puestas económicas y culturales.
“Hay países que ya incorporan en sus políticas públicas iniciativas para que esto florezca y vemos que hay una ventaja que ha estado dormida por tener el foco en los mismos temas de siempre. Si bien como región no estamos a la altura del ámbito científico-tecnológico, sí estamos firmes para generar valor desde la economía naranja”, manifestó el ejecutivo.
Por su parte, Liliana Serrate, ejecutiva de la agencia Santa Cruz Innova, apuntó que, a diferencia de otros sectores, la economía naranja no es cíclica y da soporte a tener un crecimiento más sostenido. Añadió que Bolivia está en un punto ideal para hacer que el sector sea más formal y que sus actores den un aporte significativo a la economía del país.
Según Pablo Mendieta, economista del Centro Boliviano de Estudios Económicos (Cebec), el mercado global está en tiempos de cambio y si no se adoptan las herramientas dadas, vendrán empresas desde afuera con esas ideas de negocio que planteen la economía naranja. “Además de ser un país productor de alimentos, Bolivia debe generar bases para construir conocimiento”, enfatizó el ejecutivo.
Para el presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), Ronald Nostas, la industria creativa no es un proceso que dependa de variables externas, sino que es una realidad existente que se debe aprovechar porque abre posibilidades de generación de oportunidades y de diversificación.
Nostas puntualizó que se debe considerar que existen barreras hasta ahora infranqueables como la informalidad, el contrabando y la debilidad institucional en temas como los derechos de autor y la promoción de actividades relacionadas con este sector.
El ejecutivo lamentó que, pese a esfuerzos de algunas empresas, Bolivia adolece de investigación y de desarrollo tecnológico acorde con su crecimiento. “El mundo está ingresando en una etapa donde lo más valioso es el conocimiento y la información, y estos valores están generando vectores de producción de riqueza; su ausencia explica nuestro lento proceso de industrialización y el poco avance en la diversificación de nuestra economía”, señaló.
Iniciativa sobra, incentivo no
La ausencia de cifras oficiales en materia de software e investigación y desarrollo no permiten conocer el aporte de este sector en la industria creativa. No obstante, el especialista en economía digital y director ejecutivo de Juventud Empresa, Javier Román, expuso que existen limitaciones en este campo, así como en los otros enfocados en servicios.
“El sistema impositivo debería discriminar en favor de la economía creativa, así como sucede en otros países que están más adelante que el nuestro, por lo que son necesarias mejoras en el Código de Comercio, así como la apertura de la banca para financiar los proyectos de la economía naranja”, apuntó Román.
De acuerdo con el gerente general del grupo Forza, Gustavo Pereyra, si se traduce lo sucedido en Santa Cruz en los últimos cuatro años se invirtieron entre $us 750 y $us 1.000 millones anuales en construcción y solo entre el 1% y el 1,5% se enfoca en el proyecto arquitectónico.
Pereyra acotó que algunos inversores prefieren arquitectos extranjeros; no obstante, resaltó que en tiempos de desaceleración es donde la creatividad cobra más valor y puede ser un puntal para generar oportunidades, tendencias, productos y formas de entender el mercado desde un enfoque propio.
La moda es otra rama inmersa en la economía naranja y el diseñador Luis Daniel Ágreda destacó que desde el universo llamado Bolivia los profesionales han sabido plasmar textiles, texturas y lugares turísticos en la construcción de este sector.
Desde el punto de vista del creativo y líder de la plataforma Santa Cruz Insider, Francesco Guglielmi, no se le está dando la suficiente importancia a la economía creativa, tanto desde el sector público como del privado, ya que Bolivia está intentando salir de su juventud económica.
“Tanto el gobierno local como el nacional deberían dar rebajas en impuestos y subvenciones a la industria creativa. Por ejemplo, en Europa si uno abre una empresa de software y es menor de 30 años recibe un apoyo económico”, sostuvo.
Para el director de la Camerata del Oriente, Marvin Montes, la entidad tiene el reto de ser contemplada como una empresa con trabajadores que buscan que el mercado tenga un estándar de precios, calidad y se lo tome con mayor seriedad.
Academia asume el reto
Según el titular de la Escuela de Gastronomía y Turismo de la Universidad para el Desarrollo y la Innovación (UDI), Fernando Catalán, el avance de la gastronomía debe apoyarse en lo propio y desde dicha casa de estudios se enfocan en la promoción de proyectos del sector, como la ruta gastronómica de San José de Chiquitos. “El público no solo busca alimentarse, busca cultura, ocio y experiencias en los platos y en sus interacciones”, reseñó.
El director de Posgrado de la Universidad Tecnológica Privada de Santa Cruz de la Sierra (Utepsa), Rubén Darío Dabdoub, sostuvo que las universidades no pueden estar alejadas de las innovaciones y necesidades de la economía naranja, por lo que la actualización, desarrollo de proyectos y alianzas es una constante para el centro académico.
Por su parte, el jefe de la Escuela de Negocios de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (Uagrm), Emilio Gutiérrez, observó que el crecimiento económico en torno al 4% del país no es suficiente y para superarlo son necesarios procesos de innovación disruptiva, transformación en ideas y creatividad para evolucionar la economía básica.
Foro. Ejecutivos de la economía naranja abordaron la situación en Cainco
Y desde el Gobierno, ¿qué dicen?
El suplemento Dinero generó contactos para conocer el avance que se genera desde el sector público en materia de desburocratización y apoyo a las empresas asentadas en la economía naranja. Desde el Ministerio de Culturas y Turismo indicaron que existe un fondo de Bs 2,2 millones apuntados en el premio anual Eduardo Abaroa y que 13.000 profesionales de esta industria están registrados en una base de consulta pública, al igual que hay foco en la liberación de impuestos relacionados con aristas de su labor.
Según la Agenda Patriótica 2025, Bolivia tiene que desarrollar innovación, conocimiento y tecnología en las áreas estratégicas, productivas y de servicios, complementando saberes tradicionales, riqueza en técnicas y tecnologías locales y creatividad social y profesional con la ciencia moderna.
Por parte del Ministerio de Economía no hubo respuesta. Sin embargo, el extitular de esa cartera Luis Arce se refirió a que en Bolivia “la industrialización es la base y luego tiene que venir lo demás” y que, según la base estatal, “desde el punto de vista impositivo todo aquel que produzca debe pagar y ser tratado por igual”.
Punto de vista - Amples Regiani
Es oportunidad de una industria a escala global
En Bolivia, como en prácticamente todos los países en desarrollo, seguimos priorizando y concediendo beneficios, ventajas económicas y financiamiento a las industrias de siempre y no a las que pueden generar un impacto exponencial a mediano plazo.
Nuestra economía aún funciona de una forma parecida a la que utilizaban los españoles desde antes que llegaran a América, con el foco en la producción de materia prima proveniente del campo, minería e hidrocarburos con fines de exportación y la importación de productos manufacturados. Un intercambio donde a veces salimos perdiendo como país.
Mientras agotamos voluntariamente nuestros recursos naturales, dejamos pasar las grandes oportunidades relacionadas con la economía naranja y que hoy son prioridad en países como EEUU e Israel.
Un ejemplo que demuestra el poder de los negocios relacionados a esta economía creativa es el de Rockstar, una empresa americana que desarrolla videojuegos y que ha vendido más de 100 millones de copias de apenas UNO de sus títulos (GTA V ) generando más de $us 6.000 millones.
Si queremos desarrollar el potencial boliviano, hay que poner dos partes de acuerdo. La primera es el Gobierno, que debe crear leyes que permitan desburocratizar el emprendimiento creativo con políticas de aceleración y de exportación de propiedad intelectual. La segunda somos nosotros mismos. Es cultural.
Bolivia le gana a Israel en número de habitantes, dimensión territorial y fuentes de recursos naturales; aún así, Israel es el país con más startups en el mundo y el que más empresas tiene cotizadas en la bolsa americana Nasdaq. Supera a Bolivia en todos los indicadores de desarrollo.
Allá, como no tenían otra opción, entendieron que no hay modelo de negocio que genere mayor retorno económico que desarrollar una industria creativa con escala global
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