Cuando el número de empleados que Matt Kaplan supervisaba en un laboratorio de la Universidad de Arizona en Tucson se multiplicaron de seis a 30, la universidad llamó a un asesor de gerencia para asegurarse de que estaba preparado. Lo que aprendió lo sorprendió: sus empleados pensaban que era distante y que no confiaba en el trabajo que ellos realizaban. "El mayor desafío para mí fue darme cuenta de que no podía hacer todo por mí mismo", indicó.
Los expertos afirman que muchos jefes tampoco tienen idea de la forma en que los ven sus empleados. Éstas son cinco señales de que usted podría ser uno de ellos.
EMAILS DE UNA PALABRA. Quizás sea eficiente, pero muchos jefes no se dan cuenta de lo seco que puede ser un email de una palabra -incluso un simple "sí" o "no"-, afirma Bárbara Pachter, asesora de gerentes y autora de varios libros de etiqueta en el lugar de trabajo. Ella lo llama "el efecto BlackBerry". Agregar simplemente un 'gracias' hace la diferencia", indicó Pachter.
CONVERSAR CARA A CARA. "Depender del email puede ser conveniente, pero cada vez más los jefes usan tecnología para evitar tener conversaciones difíciles", afirma Robert Sutton, profesor de la Universidad de Stanford y autor de "Jefe bueno, jefe malo".
LICENCIAS. "Los empleados son capaces de simular estar enfermos para evitar un mal jefe", afirma Sutton. Pero hay evidencia de que un mal jefe puede ser malo para su salud. Un estudio sueco de 2008 que monitoreó a más de 3.000 hombres a lo largo de 10 años descubrió que los hombres que indicaron que tenían un mal jefe en el trabajo presentaban un 20-40 por ciento más de probabilidades de sufrir un ataque al corazón.
NO CUMPLIR LAS METAS. "Los jefes nuevos son particularmente propensos a trazar metas inalcanzables para sus empleados", afirma Gini Graham Scott, autor de "Una guía de supervivencia para trabajar con malos jefes".
Una ejecutiva de recursos humanos en una firma de Nueva York que prefirió no ser nombrada porque actualmente busca un puesto nuevo, afirma que comenzó a trabajar 15 horas diarias luego de la llegada de su nueva jefe. Lo primero que hizo ésta: prometerles a los clientes fechas de entrega más exigentes. "Le decía al cliente: 'podemos tener esto listo en tres días', lo que era imposible", afirma esta mujer.
USTED GRITA. "Incluso si no les grita cuando está enojado a sus empleados, hablar fuerte puede dañar la moral del ambiente laboral", afirma Pachter. "Los empleados sentirán todo el tiempo que los están regañando, y evitarán enfrentarlo (al jefe) si llega a haber un problema", sostiene.
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