domingo, 6 de agosto de 2017

“Ya estamos en la era de la tecnología inteligente”

Fernando Ortega es uno de los expertos más reconocidos de la región en nuevas tecnologías. Conversó con universitarios de Santa Cruz invitado por la Unifranz. Destacó el potencial que tiene América Latina, pero alertó que enfrentamos un retraso tecnológico alarmante


Fernando Ortega es uno de los mayores especialistas en economías del futuro de América Latina. Asegura que ya estamos en la Cuarta Revolución Industrial y en la Era de la Tecnología Inteligente. Llegó a Bolivia invitado por la Universidad Privada Franz Tamayo (Unifranz) en el marco del foro internacional sobre Jóvenes y Empleo que organizó las Naciones Unidas y el programa Siembra Juventud. Destacó que los países de la región están rezagados en sus sistemas educativos, científicos y tecnológicos para enganchar con una sociedad de cambios acelerados que demandan nuevas capacidades y ofertas de consumo.

¿Cuáles son las claves de la nueva economía global?
Estamos viviendo la cuarta revolución industrial. Es lo que, técnicamente, llamamos la Era de la Tecnología Consciente. El punto de inflexión se dio en 2011, dado que en ese año ocurrieron dos hechos fundamentales para esta transformación. Uno popular y otro técnico. El primero ocurrió durante el programa de concurso sobre cultura general que se dio en la televisión estadounidense llamado Jeopardy! Todas las semanas acuden cientos de personas a tratar de responder preguntas sobre arte, ciencia, política, geografía, historia, deportes, cine y música. Aquel año, los ejecutivos de IBM propusieron a los productores del programa hacer una competencia Hombre vs. Máquina. Enfrentaron, entonces, la supercomputadora Watson sin conexión a internet; es decir, disco duro contra el cerebro de los dos humanos más ganadores del concurso. Aceptaron la propuesta. Un millón de dólares era el premio. ¿Quién cree que ganó? No ganaron los genios, sino la máquina. Era la primera vez que una máquina superaba al hombre en un concurso abierto. Ya había ocurrido en 1998 cuando otra supercomputadora, la Deep Blue, también de IBM, había superado a Gary Kaspárov, campeón mundial de ajedrez. Pero se trataba de un juego con reglas simples y que podía ser fácilmente programable. En este caso se trataba de un concurso de conocimiento con preguntas con doble sentido, con adivinanzas. Entonces, la máquina fue capaz de discriminar todas estas posibilidades, tener respuestas coherentes, y entender el lenguaje natural, igual que los humanos.

La tecnología comienza a superar al ser humano…
El segundo hecho fundamental es el surgimiento, en 2011, de la primera generación de computadoras cuánticas comerciales. Este es el nuevo paradigma de la computación. Ya no se trabaja con el sistema binario, 0-1, sino por vectores. Es decir, pueden tener un valor 0-1, o cualquier valor, dado que es un vector, con lo cual se multiplican miles de veces las capacidades de procesamiento de datos. Estamos frente a una nueva revolución tecnológica. En 2013 se lanzó la segunda generación de computadoras cuánticas y recientemente la cuarta generación de este tipo de equipos. Esto implica un cambio muy drástico con respecto a lo que hoy tenemos por conocido. La Era de la Información ya murió, duró desde la primera PC en 1974 hasta 2011; es decir, unos 30 años.

¿Qué consecuencias tiene esta realidad?
La revolución de la tecnología consciente plantea un cambio total de los paradigmas. El mundo, como lo conocemos ahora, ya no será el mismo. Pensar que la inteligencia artificial nunca va a superar la inteligencia humana es falso. De aquí a 2030 se espera que ocurra la “singularidad tecnológica”; es decir, el momento en que la inteligencia artificial equipara las capacidades de la inteligencia humana. Las grandes corporaciones incorporarán en su directorio a un dispositivo de inteligencia artificial. Ese será el hito de este cambio trascendental. Votará con su propio criterio y dirá que esto debería hacerse. Ya verán los humanos si lo siguen o no lo siguen. Antes fue el test de Turing, ahora vamos más allá de eso.

Esto conllevará a que muchos oficios serán desplazados por las máquinas…
Hasta este momento, todas las revoluciones anteriores, la Revolución del Vapor, la Electricidad y de la Informática, lo que hicieron fue generar más empleo. Más crecimiento, más empleo. Ahora, será al revés. Más crecimiento, menos empleo. Porque lo que se va a buscar es productividad y, en ese sentido, las máquinas ganan a los seres humanos. La máquina no tiene vacaciones, no tiene ocho horas de restricción a su trabajo, no sale con licencias de embarazo ni de enfermedad, ni tiene beneficios sociales, no tiene que ir a visitar al colegio el Día del Padre o de la Madre. Las máquinas trabajan 24 horas, 365 días al año y, entonces, aumentarán la productividad de forma sideral.

¿Y a qué nos vamos a dedicar los seres humanos?
Allí viene el siguiente paradigma. La principal fuente de ingresos de las familias hoy es el empleo, es el trabajo. Por eso tenemos el ‘trabajo digno’ y los conceptos laborales que manejan la OIT y las organizaciones no gubernamentales. Hagamos un poco de teoría económica. ¿Cuál es la base del sistema capitalista? El consumo. Si hay consumo, hay oferta. Si hay oferta, tenemos producción y las empresas. Pero para que haya consumo necesitamos un ingreso. La principal fuente de ingreso hasta este momento ha sido el empleo. En el futuro, por la sustitución del empleo por las máquinas, la crisis de empleo va a ser terrible. Entonces surge el nuevo paradigma: UBI (Universal Basic Income). El Ingreso Básico Universal. Todo ciudadano al cumplir los 18 años va a recibir un sueldo del Estado sin trabajar. Eso le debería cubrir los gastos básicos. Si quiere ganar más, deberá trabajar. Pero que se la busque a través del autoempleo o que desarrolle capacidades para que sea de los pocos humanos que tengan contratos dependientes. Esto funciona en economías desarrolladas y ordenadas donde la informalidad es mínima. Pero no se aplica en países como los nuestros. En América Latina la informalidad va entre un 60 y 70%, por lo tanto la presión tributaria es muy baja, un 14 o 17% del PBI. Pese a todo, Canadá y algunos países nórdicos están comenzando a armar sus UBI, lo cual es una solución donde todos ganan. Desde la izquierda hasta la derecha, todo el mundo estará feliz. Desde la izquierda dirán, se logró el socialismo. Los de la derecha dirán que va a seguir funcionando la maquinaria capitalista porque la gente va a tener que consumir. Puede sonar políticamente incorrecto, pero esta será una solución que no la vieron ni Marx ni Engels ni Lenin. Al socialismo se va a llegar por la tecnología, no por la lucha de clases.

Entonces, ¿hay esperanza?
Eso ocurrirá en los países de-sarrollados. Aquí tenemos problemas serios sin resolver todavía. Sobre eso tenemos mucha gente que está desfasada pensando en los paradigmas anteriores. Muchos hablan del Bono Demográfico y dicen que América Latina tiene un momento especial porque va a tener una gran población de jóvenes. Vamos a tener jóvenes sí, pero ¿vamos a tener capacidad de emplearlos? Y no ven el crecimiento de los Ni-ni, que ni trabajan ni estudian.
Estas son las señales que ya nos indican el problema que vamos a tener. Estos chicos van a entrar al mercado laboral en un momento en que ya no se va a demandar gente.
Se las tienen que buscar ellos solos, el autoempleo y el emprendedurismo.
Pero hay que pensarlo muy rápidamente, porque cada año ingresan millones de jóvenes al mercado laboral en América Latina y esta es una bomba social incontenible.

¿Qué debilidades tiene América Latina?
Tenemos, en primer lugar, un serio problema de capacidad de generación de conocimiento. Esto va desde la educación en todos sus niveles, pero también tenemos un problema de retención de nuestros talentos. Nuestra gente se va a otros países desarrollados. Nuestros chicos más promisorios se van. Y nosotros hacemos el papel de tontos. Ahí están los concursos de Google, Facebook o Intel sobre innovación, donde hacen un screaning (escaneo) de todas las ideas brillantes de los chicos. Entonces eligen a la crema y nata del conocimiento local, a los que les ofrecen ir a Silicon Valley para implementar sus ideas. Cuál es el problema. Economía de escala. Si a China tú le quitas 100.000 talentosos no le pasa nada. En China se gradúa medio millón de ingenieros todos los años. Si le sacamos 1.000 talentosos a América Latina, y la cosa se complica. Educar sí, pero también retenerlos y atraer nuevos talentos de otros países para que aporten al desarrollo científico y tecnológico de nuestros países.
Lamentablemente lo que les podemos ofrecer es muy poco por la falta de financiamiento, por la inseguridad creciente en nuestras ciudades y falta de condiciones para otorgar una calidad de vida adecuada. Lo otro es la brecha de infraestructura. Déficit que viene de atrás y que necesitamos generar para adelante. En octubre, Corea del Sur lanza Internet 5-G (5 gigas por segundo) y la cobertura de Internet 4-G en América Latina recién se está desplegando.

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