La vida de Rudy Rivera se desarrolló en varios escenarios y en todos supo destacarse. Sí, efectivamente, él siempre fue competitivo, y no solo en el campo empresarial; sino también en lo deportivo, en las pistas, al mando de un volante.
Si bien quedó atrás el tiempo de las competencias de karting, ahora, Rivera está dedicado a practicar ciclismo, su nueva pasión
El nombre de Rudy Rivera tiene peso, es uno de los empresarios cochabam- binos más reconocidos, por sus decisiones acertadas y los desafíos que encaró en sus emprendimientos; él, reconoce que se destacó en los negocios y, ahora, lo cuenta con humildad y gratitud a la vida
Rudy Rivera Durán es el primogénito de Ruth Durán y Eduardo Rivera. Llegó a este mundo en 1947; dentro de pocas semanas cumplirá 70 años de una vida feliz y productiva.
Fue en Sucre, la ciudad de los cuatro nombres, donde estudió y compartió sus travesuras con su única hermana menor, Yvonne; allí se graduó del bachillerato. En 1970 obtuvo el título profesional como licenciado de la carrera de Ciencias Económicas de la Universidad Mayor Real y Pontificia San Francisco Xavier
Hasta ese momento, su vida se había visto fusionada con las actividades típicas de la mayoría de los jóvenes. “Desde temprana edad me gustaba la combinación de las ruedas y el motor”, confiesa mientras su rostro esboza un gesto, como queriendo recuperar entre sus recuerdos el preciso momento en el cual se subió sobre una motocicleta y se enamoró de la velocidad.
Al poco tiempo de haber salido bachiller, en base a esfuerzo y desempeño académico, obtuvo una beca del Instituto Superior de Administración Pública en La Paz, durante el gobierno del general Hugo Bánzer Suárez
“El compromiso era trabajar tres años para la Contraloría de Gobierno. Hasta ahora considero que fue el mejor curso y, además, lo mejor que me pudo pasar”, afirma el empresario. Es que, en medio de su formación, llegó a su vida el amor, de la mano de María del Carmen Mendoza Palomo, con quien mantuvo una hermosa relación amorosa. Él sabía que era momento de tomar una decisión, se arriesgó y le pidió matrimonio. En abril de 1973 contrajeron nupcias en una ceremonia en el templo del Montículo, en La Paz.
A partir de ese momento, su vida tenía un nuevo sentido y su hogar se convirtió en su proyecto más importante.
A los pocos meses de su unión matrimonial, Rudy Rivera fue invitado a cumplir funciones en la Contraloría de Cochabamba; luego se incorporaría al grupo de trabajo del Servicio Municipal de Agua Potable Alcantarillado Sanitario (Semapa), como auditor, donde se quedaría a trabajar un corto tiempo
A los pocos meses, recibió la propuesta de trabajar en el sector privado, en la carpintería Pesce
Meses después, su padre, lo sentaría para hablar acerca de la posibilidad de emprender un negocio propio. “... y así empezamos el plan integral de cría de pollo y con el tiempo nos convertimos en la segunda granja avícola más grande de Bolivia”, asegura Rivera
En 1977, tres años después de iniciar la sociedad con su padre, dejó la administración de la granja en manos de su progenitor, para llevar adelante un estudio de factibilidad, de lo que más adelante se convertiría en Duralit, una empresa de productos de fibrocemento
“Ingresé con el 10 por ciento de inversión y comencé a trabajar con los suizos de Amindus Holding, hasta convertirme en presidente ejecutivo y dueño de la fábrica”. Un proyecto empresarial que llevó adelante desde 1977 hasta el 2006, cuando vendió sus acciones a la empresa Mexalit de México
A partir de entonces, Rivera comenzó a realizar múltiples inversiones en Cochabamba y participar en nuevos proyectos económicos, como Inbolteco, Indatrop, inversión en el Banco Bisa y Vitalicia. Paralelamente a su actividad empresarial, se dedicaba a sus
hijos y al deporte tuerca
En su faceta familiar, Rudy y María
del Carmen fueron bendecidos con cuatro hijos: María Paola, Ana Emilia, María del Carmen y Rudy Jr.; quienes son el sentido de vida del empresario
Su pasión por las ruedas lo inclinó hacia al lado de la práctica del karting, un deporte en el cual llegó a levantar
la copa del campeón en una oportunidad; pero, luego de varios años de vivir esta experiencia, dejó de practicarlo
“Por aquellos años, tenía un gusto particular por los autos; tanto así, que me encantaba tomar la carretera y realizar viajes junto a mi familia. Por esas experiencias, considero que todo tiempo pasado fue más noble, con más valores y respeto, por lo que los conductores en carretera nos apoyábamos y colaborábamos, en cambio ahora hay inseguridad en las rutas”, reflexionó
A partir de 2006, luego de la venta de acciones de Duralit, el conocido empresario asumió la gerencia administrativa de un pequeño grupo empresarial bajo el nombre de Etexbol Inversiones S.A., que desarrolla proyectos económicos y empresariales
En la actualidad, su amor por las ruedas lo llevó a apasionarse por la bicicleta. Un medio de transporte que le permite ejercitarse y despejar la mente y ver las cosas desde otro ángulo, quizá uno menos competitivo, pero mucho más saludable
Rudy Rivera confiesa estar aún lejos
de su jubilación. Ahora está contento con su nuevo rol, el de abuelo, y reconoce que está tratando de transmitir
a sus nietos, su pasión por las ruedas.
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