miércoles, 31 de mayo de 2017

Libre mercado y riqueza



La brillantez de Adam Smith estuvo en observar lo que la gente hacía para satisfacer sus necesidades, en tiempos en los que dominaba el privilegio para los vinculados al poder político.

Smith escribió su obra célebre “La riqueza de las naciones” en los tiempos en que en la actividad económica urbana predominaba “el cuenta propia”, el trabajo artesanal, el pequeño taller, el pequeño comercio, la venta al menudeo de alimentos. ¿Qué es lo que descubrió? Que la gente corriente, para obtener ingresos con los cuales adquirir bienes y servicios que necesitaba o deseaba, tenía que desarrollar alguna actividad económica, para lo cual era hábil.

De esta manera se producía todo tipo de bienes y de servicios, y las “naciones creaban la riqueza”. La actividad económica de la gente es la que crea la riqueza, no los Gobiernos.

Las acertadas ideas de Smith recién se comenzaron a aplicar a partir de mediados del siglo XIX hasta el estallido de la primera guerra mundial, en los países que hoy se denominan países económicamente desarrollados. Pasó a considerarse como una condición necesaria el libre comercio.

¿Por qué el postulado del libre comercio? Porque su ausencia crea un ámbito propicio a la presencia de los monopolios.

La economía libre de mercado pierde aceptación social, a raíz de la grave depresión económica mundial que asoló al mundo en los años 30 del siglo recién pasado, originada en EEUU. Se pasó a una concepción que justificaba una mayor intervención gubernamental.

Pero parece que el mundo volverá a darle mayor atención a la libertad de los mercados dado que el gasto y el endeudamiento público están en niveles muy altos.

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