A partir de 2006 se logra revalorizar el boliviano (o a la moneda nacional) frente al dólar. Con esta política se evitó el incremento de precios que se originan en las devaluaciones, por otro lado se fortaleció la confianza en nuestra moneda y, por tanto, se incrementó la efectividad de las políticas económicas.
Recordemos que antes de 2006 vivíamos en constantes depreciaciones de nuestra moneda frente al dólar, la economía estaba dolarizada, las devaluaciones tenían un fuerte impacto en los precios y afectaban la capacidad de pago de los deudores; además, se necesitaba la moneda extranjera para implementar cualquier política económica, por lo que tenían una efectividad muy limitada.
Los resultados alcanzados en Bolivia en los últimos años son contrarios a lo acontecido en varios países de América del Sur, que sufrieron una elevada depreciación de sus monedas, lo que hizo aumentar sus precios internos. Para controlar la inflación, los bancos centrales adoptaron políticas contractivas caracterizadas por incrementos de sus tasas de interés, lo que implicó una desaceleración de sus economías y en algunos casos sufrieron contracciones. Posteriormente, apreciaron sus monedas retornando al punto de partida; sin embargo, los efectos contractivos en sus economías permanecieron.
En Bolivia, la estabilidad cambiaria de los últimos años logró sus objetivos, contribuyendo al control de la inflación y, por tanto, al sostenimiento de políticas expansivas, profundizando el uso de la moneda nacional, manteniendo la estabilidad económica; y principalmente la solidez del sistema financiero, logrando efectos expansivos y redistributivos positivos al mantener el poder de compra de los bolivianos. La orientación del tipo de cambio no afectó la competitividad de nuestra moneda.
Además, puesto que en los últimos meses las monedas de nuestros socios comerciales se están apreciando, el tipo de cambio real se mantiene alineado a su valor de equilibrio y, actualmente, no existen presiones para depreciar nuestra moneda. En este sentido, la política cambiaria respondió a los fundamentos económicos del país y está respaldada por las fortalezas externas. En efecto, las Reservas Internacionales y otros activos externos en términos del PIB continúan siendo de los más altos de la región
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