Su látigo me hace ir más rápido y sus cadenas no me permiten escapar. Cada momento que me detengo a descansar, a ver, a disfrutar: cada vez que oigo su manecilla marcar un segundo, siento en mi espalda todo el dolor de su látigo y el peso de sus pies pasando y pisoteándome.
Tengo que hacer las cosas lo más rápido y lo mejor posible para complacerlo y terminar antes de que el tiempo se acabe; porque cuando miro el reloj, él ya me ha pisoteado.
Me dijo que olvide las cosas vanas y terrenales: los placeres. Los lujos, los sentimientos, los amigos, la familia; todo eso me distraería y no comprendería para qué estoy aquí.
Veo hacia todos los lados gente que está malgastando su tiempo sentada en una plaza, o charlando, o leyendo, o cuidando a un perro, o cuidando a un niño; parece que esa gente disfruta que el tiempo se les pase por encima; en cambio yo, cada vez que miro el reloj lo siento sobre mí cientos de veces más.
Espero que aún no se detenga, porque sino ya habrá sido muy tarde.
“Me gustan las historias fantásticas”
La Autora María laura Sánchez / Estudiante
Las ganas de participar en el Premio Nacional del Cuento Breve eran indiscutibles, al igual que el apego por las letras. El problema para María Laura Sánchez Maizer era elegir un buen tema, y lo encontró en una actividad de la vida diaria, mientras escuchaba a su padre reclamar por la impuntualidad, un mal hábito que parece generalizarse.
Así es como esta estudiante del colegio La Salle se fijó en esos apuros en los que los ciudadanos deben andar contrarreloj. De ahí surgió Esclavo del tiempo, el título de su cuento brevísimo, pero con los elementos suficientes para convertirse en el ganador de la decimatercera versión del Premio Nacional del Cuento Breve.
Está cada día más convencida de que eligió bien el tema para participar. “Ayer mismo me sentí muy presionada por el tiempo. Tenía muchas tareas y tuve que quedarme hasta no sé qué hora para acabar. Fue una mala decisión”, afirma.
María Laura (16) se declara apasionada por la música y por las historias fantásticas, de esas que no ocurren con frecuencia. Dice que disfruta los domingos leyendo la revista EXTRA, sobre todo aquellos temas que hablan de personajes fuera de serie, que tuvieron un rol en la historia.
Solo una vez antes participó en un concurso por Internet, en el que los interesados estaban invitados a darle un final distinto a una historia planteada.
Siempre ha sido apegada a textos cortos. Por eso, el cuento con el que participó y ganó no tiene más de cinco párrafos. “Lo lei varias veces y cada vez que lo hacía, trataba de dejarlo lo más breve posible. Hasta que no pude más y lo envié”, indica.
Aún le faltan dos años para terminar el colegio, pero ya piensa en estudiar Teatro. Participar en el Premio Nacional del Cuento Breve ha sido la oportunidad para ratificar su apego por las artes. “No escribo mucho, pero si alguien revisa mis cuadernos siempre encontrará frase cortas o pensamientos que escribo según me inspira el momento”, explica.
Está feliz de haber ganado el concurso. Ha recibido felicitaciones de parte de profesores, amigos y familiares. Todavía está pensando en el mejor destino para esos $us 500 que ganó con su cuento Esclavo del tiempo.
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