lunes, 13 de febrero de 2017

Gonzalo Chavéz: “Es hora de ajustar la economía para crecer más y mejor”



EVALUACIÓN | CHÁVEZ ALERTA SOBRE LOS RIESGOS DE QUE LAS AUTORIDADES MANTENGAN UNA POLÍTICA ECONÓMICA INSOSTENIBLE EN TIEMPOS DE UNA RADICAL BAJA DE INGRESOS. REMARCA LOS CRECIENTES NÚMEROS ROJOS EN LOS INDICADORES Y LLAMA A CORREGIR EL RUMBO.

Conocido por su estilo didáctico para hacer la economía más comprensible y amena, Gonzalo Chávez conversó con OH! sobre la situación boliviana. Realiza en esta charla una tomografía a un paciente con síntomas preocupantes, un chequeo a un avión que agota combustible. Asegura que “estamos en crisis”.



OH!: ¿La bonanza boliviana de la pasada década fue más mérito de los gobernantes o más inercia de la coyuntura internacional de precios de las materias primas?

Es un periodo que lo vamos a evaluar como uno de los mejores que ha tenido la historia económica de Bolivia. Hubo una fuente de recursos significativa. Alguna gente asegura que hubo 60 mil millones de dólares adicionales, otra asegura que fueron 80 mil millones. Este cálculo toma en cuenta sólo exportaciones adicionales de 11 años, si se suma inversión extranjera directa o si se añade las remesas el valor aumenta. Pero fue un periodo áureo en términos de bonanza externa, el dinero vino de afuera. Cuando uno compara este tipo de periodos, probablemente pasó algo semejante en los años 70. Esa vez igualmente los precios de los minerales fueron elevados y se inició la venta de gas a Argentina.

Ha sido un periodo en el que hubo los recursos y los ahorros internos que siempre habíamos reclamado tener, pero que también fueron los recursos menos bien utilizados. Se consolidó el viejo modelo primario exportador depredador del medio ambiente. Probablemente la historia lo juzgue así.



OH!: ¿Por qué?

Porque se alinearon los astros a favor del país: tuvimos una disponibilidad fabulosa de recursos externos. Hubo un cambio de ciclo político radical en relación al pasado, como para escribir una nueva página en blanco. Hubo un apoyo social y político significativo. Las causas justas, en términos de menos pobreza, más inclusión social, mayor desarrollo económico, estaban en la agenda. Sin embargo, fue una situación que no fue aprovechada de la mejor manera posible. Las causas justas fueron defendidas con viejas ideas, repitiendo el modelo primario exportador de los años 40 y 50. Se confundió músculo con gordura porque hubo una burbuja de consumo muy grande, pero no hubo desarrollo del músculo productivo. Se desperdició la plata.

Eso lo vemos 11 años después cuando el sector externo, que constituyó el elemento central de la bonanza, comienza a retroceder. En este instante el país está perdiendo por año alrededor de 4.000 millones de dólares, pero no tenemos un solo sector alternativo del que se pueda decir: “Bueno, no se preocupen, perdemos 4.000 millones por la caída de precios de las materias primas, pero aquí está el sector manufacturero, aquí está el sector industrial, aquí está el sector de tecnología…que compensarán lo que se perdió”. Ni siquiera se puede pensar en 100 millones de dólares de nuevas exportaciones no tradicionales.



OH!: En ese contexto ahora hay déficit, baja de reservas internacionales, baja de ingresos, etc. ¿Qué tan cerca nos hallamos de una crisis?

Primero definamos qué es una crisis. Apelaré a la medicina. ¿Cuándo comienza la crisis? ¿Cuando uno está con la enfermedad terminal, al borde de la muerte? ¿Cuando está comprometido algún órgano del cuerpo? ¿O empieza la crisis cuando los síntomas aparecen? Yo pienso que se ve una crisis cuando los síntomas comienzan.

Hoy ya la economía boliviana tiene síntomas de una crisis muy complicada: déficit comercial de más de 1.200 millones de dólares, asociados a una baja significativa de nuestras exportaciones por la caída de precios de los minerales, el gas y la soya. Tenemos un déficit público que ya acumula cifras elevadas desde hace cuatro años: el 2014 fue 3,5% del Producto Interno Bruto; el 2015, 6%; el 2016, 6,6%; y se prevé que para 2017 sea 7,8%. Se suma a esos dos problemas centrales una apreciación del tipo de cambio real fuerte. Según el Fondo Monetario Internacional, estaríamos entre el 35 y 40% de apreciación cambiaria.

Hay una pérdida importantísima de Reservas Internacionales porque frente a la crisis internacional el Gobierno ha respondido con un keynesianismo tradicional: el aumento del gasto e inversión pública, reactivando la demanda interna, pero quemando significativamente nuestros ahorros. En dos años las Reservas bajaron de casi 15 mil millones de dólares a menos de 10 mil millones. También la deuda externa ha subido y se han tocado los recursos del sistema de pensiones. Y esa es una mala señal hacia la gente. Ése es el diagnóstico de los problemas que se deben corregir. Estamos en crisis.



OH!: ¿Y es ya previsible un colapso, un desvanecimiento de ese hipotético paciente con síntomas de una crisis? ¿Es previsible otro tiempo de inflación o sobreendeudamiento?

Ojalá que no, lo importante ahora es alertar y actuar. Si los indicadores básicos del cuerpo económico dicen que hay problemas, no se puede seguir con eso de “meterle nomás”. Si vamos a otra figura, no es hacer que el avión siga volando y quemando reservas internacionales, forzando demasiado en las finanzas públicas, cuando ya es hora de un aterrizaje más suave, el crecimiento debería estar en torno de 3%.

Comencemos cortando los excesivos gastos públicos, especialmente propaganda y burocracia. Los cortes deben ser de cirujano y no de carnicero. Habrá que seleccionar muy bien hacia dónde irá la inversión pública productiva y de apoyo social, existen muchos proyectos innecesarios, como los palacios. También negociar con el sector privado el tema de costos laborales. En suma, es hora de ajustar la economía boliviana a un momento en el que los precios de las materias primas están a la baja. Y no hay que pensar simplemente que esto se va a pasar y rezar que suban los precios de las materias primas.



OH!: ¿Cuál la razón para que el Gobierno esté forzando la maquinaria y no proceda aún a esos ajustes?

Por criterios políticos. Porque en gran medida el Gobierno ha hecho de la burbuja macroeconómica el elemento más importante de su gestión, y es clave para intentar reelegirse el 2019. Es decir, cuando uno ve la fotografía macroeconómica, sin duda, los indicadores han sido relevantes. Pero cuando uno analiza la tomografía del cuerpo económico, va a encontrar que el país no ha cambiado radicalmente en su estructura. Verá que la productividad sigue siendo muy baja, que la diversificación productiva no existe. Al contrario, se ha ido en dirección hacia la reprimarización de la economía. Se descubre que siguen presentes los subsidios al diésel o a la harina. Se halla que no hubo integración entre los sectores y que, a pesar de que hubo inversión importante en infraestructura, esta no está conectada a polos de desarrollo.

También se observará que ha habido una hinchazón de consumo, el país tuvo más riqueza pero no se desarrolló.



OH!: ¿Qué me dice de las comparaciones frente a otras etapas históricas? Eso resulta frecuente en diversos documentos y discursos del Gobierno como demostración de su éxito.

El último informe presidencial llegó al paroxismo en eso de las comparaciones cuando elige 180 años de historia y dice que hizo más en 11 años. Son comparaciones políticas poco consistentes. Son puntos de comparación que, para ser válidos, tendrían que usar contextos parecidos. Veamos por ejemplo el crecimiento del PIB. Se podría seleccionar, sin ir muy lejos, los años 70, los años 94 al 98, y el periodo posterior a 2006. Fueron periodos con booms de las materias primas o fuerte inversión extranjera directa. Y al comparar, en los 70 la tasa de crecimiento promedio fue 5,5%; entre el 94 y el 98, 4,8%; y entre 2006 y 2014 fue 4,9%. Por lo tanto, no se ve grandes cambios en la tendencia de crecimiento de largo plazo.





OH!: ¿Y si se compara con otros países?

Para reforzar que esto se debe a un contexto fabuloso vale recurrir al caso de Perú. En el mismo periodo creció a un promedio del 7% y tuvo un modelo económico exactamente opuesto al boliviano. Entonces no es el modelo, sino el contexto. Incluso a Perú le fue mejor. Y lo mismo se puede decir de Paraguay.



OH!: ¿Qué aciertos tuvo el modelo boliviano?

Hubo mejoras en el tema de distribución de ingresos, igualmente los bonos, y algunas inversiones en infraestructura han sido importantes. Sin embargo, no se puede olvidar que ésta era la gran oportunidad para cambiar el modelo de desarrollo, para plasmar el sueño de convertirnos en un país mucho más diversificado. Pero se repitió el sueño de nuestros abuelitos en los años 40 ó 50: el modelo de industrialización “de” los recursos naturales, la idea de que Bolivia, con un retraso de 200 años, sea un día como Inglaterra. Pasaremos del hierro, al lingote, al clavo, a la calamina y finalmente al automóvil.

Pero tomemos el ejemplo de Finlandia (una país que hace 50 años solo exportaba madera), si ellos hubieran seguido el modelo de industrialización boliviano hubiera terminado produciendo muebles de lujo, generado valor sobre la misma actividad, pero no serían una potencia tecnológica. En este país, hubo un momento en el que cambió del concepto de la industrialización “de” los recursos naturales por el de la industrialización “para” los recursos naturales. El modelo del “para” piensa en la diversificación productiva en las ramas que van creciendo del tronco central, tecnología, comunicación, software. En Bolivia se perdió la oportunidad de hacer un gran cambio productivo vinculado a innovación a tecnología, al desarrollo productivo integral, a partir de la industrialización “para” el gas o minería. Lamentablemente, 11 años después de esa hinchazón de consumo vinculado a las materias primas, vemos que el cuerpo económico sigue siendo igual que hace 200 años. Su producción es primaria en un 80% y su sociedad es rentista. El Estado ha organizado nuevamente las corporaciones y les ha distribuido rentas. Esos grupos corporativos le dan lealtad política. La sociedad se ha corporativizado.



OH!: ¿Por dónde tendría que venir la terapia, probablemente dolorosa, para tratar al paciente y evitar que la crisis se agrave? ¿O, si vamos a la otra figura, qué hacer primero para evitar que el avión se estrelle?

En el corto plazo se debe frenar el déficit público. Un déficit público de 7,8% es insostenible. El Gobierno tiene demasiados gastos corrientes en propaganda, en viajes, gastos excesivos, dispendiosos que debe cortar. También se debe hacer algo para reducir el déficit comercial. El otro factor es el tipo de cambio. Es muy complicado. Probablemente, el Gobierno no se anime a devaluar, pero a veces ocurre que quien devalúa es la gente. La gente ya no cree que ese cambio es sostenible y comienza a cambiar sus bolivianos en dólares. Este es una gran problema, que ojalá no ocurra.

Ahora nunca es tarde buscar una diversificación real del aparato productivo, la agenda 2025 es más de lo mismo, como decía Lenin, es electrificación mas soviets. Las soluciones de largo plazo ya no están en la Pachamama, sino en la nube del internet. Eso significa apostar a la creatividad, innovación, a las economías creativas, a los territorios inteligentes, a la exportación de servicios, todo lo anterior implica plantear que el elemento central de la producción ya no son las materias primas y sí el capital humano. Es hora de ajustar la economía para buscar bases más sostenibles y diversificadas para el crecimiento y el desarrollo económico respetando el medio ambiente.



Perfil

GONZALO CHÁVEZ ÁLVAREZ

Tiene estudios doctorales en la Universidad de Manchester (Inglaterra). Ha logrado tres maestrías: en Administración Pública (Universidad de Harvard), en Política Económica (Universidad de Columbia de la ciudad de Nueva York) y en Economía y Relaciones Internacionales (Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro -PUC/RJ). Es economista de la PUC/RJ. En la actualidad ejerce como Director de la Escuela de la Producción y la Competitividad de la Universidad Católica Boliviana San Pablo.


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