lunes, 25 de mayo de 2015

PRESIDENTE EJECUTIVO DEL INGENIO SuCROALCOHOLERO AGUAÍ S.A Cristóbal Roda Vaca: “Este ingenio Aguaí es un sueño cristalizado”


La avioneta piper CP-2579, con capacidad para cuatro pasajeros, se desliza en la pista azul sin semáforos rumbo al norte cruceño a una velocidad de 220 km por hora y a 3.500 pies de altura.

En su interior está Cristóbal Roda, un empresario agroindustrial exitoso del país.

En un punto del viaje, sonríe y revela que el 14 de enero de 2010 marcó su vida. Ese día empezó a hacerse realidad su sueño. Accedió a los primeros $us 86 millones, a través de la Bolsa Boliviana de Valores (BBV), para iniciar la construcción, junto a 16 socios, del ingenio sucroalcoholero Aguaí.

Luego de media hora de compartir espacio con las nubes, Roda hace de guía por las entrañas de lo que él llama su ‘sueño’. Está edificado a tres kilómetros del cantón Aguaí (Fernández Alonso). Combinaron un paquete tecnológico brasileño de última generación y el ‘know how’ boliviano, con zona wifi incluida. Es un gigante de metal que ha significado una inversión de $us 160 millones. Allí se produce alcohol de caña y, en breve, se hará azúcar.

Mientras se abre paso entre tubos, tanques, generadores y decenas de personas trabajando, explica que su maestría la hizo desde sus 15 años con su padre, trabajando en sus empresas. Ahí, aprendió las reglas de oro para desarrollar su olfato de hacer negocios y forjar su espíritu emprendedor.

Ahora hace lo propio con su hijo Cristóbal Roda (24), en Aguaí, que es administrador de empresas. Hace dos años vive en la factoría, come, juega fútbol, trabaja y suda codo a codo con los trabajadores y, como él, hace su maestría de la vida.

¿Cuánto tiempo le dedica a este proyecto Aguaí?
Yo estoy dedicado a este proyecto las ‘25 horas al día’. El grupo Roda lo están manejando mis hermanos. Asisto a reuniones, pero hoy mi concentración es terminar Aguaí y dejarlo funcionando. A lo mejor seguiré, quién sabe, en la presidencia y estamos capacitando gente para que ya se haga cargo. De ahí, emprenderemos otro proyecto. ¡Claro! ¡Algo tenemos que hacer! (risas).

¿Qué significa para usted?
Yo creo que Aguaí es un sueño cristalizado. Este ingenio lo he soñado mucho. Si miramos la magnitud del proyecto versus otros proyectos privados a escala nacional, no ha habido un emprendimiento de este tamaño en los últimos 10 años. Y si miras otros del sector privado, te das cuenta de que la mayoría son de capitales extranjeros.

Se prevé una posible disminución de la actividad económica, pero bueno, nosotros ahí estamos y no construimos para ahora, construimos para siempre. ¡Claro! ¡Este tipo de inversiones es para muchas generaciones!

¿Por qué insiste en seguir invirtiendo?
Época de crisis es época de oportunidades. Estoy en un sector de alimentos y energía. La cantidad de habitantes en el mundo no disminuye, crece. Dar de comer y dar energía es un área de largo alcance. Puede haber pequeñas turbulencias, pero hay que manejarlas. Fijate que estamos saliendo con azúcar cuando la producción no está muy elevada. Entonces, es buen momento.

Sin embargo, hay control de cupos para exportar…
Bueno. Si yo fuera Gobierno, si yo fuera Estado, haría lo mismo. Mientras no se garantice el azúcar del boliviano no puedo exportar. Ya pasamos por esa experiencia hace tres años y costó caro al pueblo boliviano y al Estado porque se tuvo que importar azúcar cara. En el tema de la soya no se justifica poner un cupo cuando el 80% es mercado externo. Ahí juegan otros intereses, ¿verdad?

¿Cómo ve la competencia del azúcar con la presencia de grandes ingenios en Bolivia?
Sí, es correcto. Ninguna competencia es fácil. Tengo que sacar a lo mejor un producto diferenciado, buen servicio, buena comercialización y competir sanamente. La competencia ya no se da en un mercado interno, se da en un mercado globalizado. Entonces, me van a dar un pedacito de la cuota interna y vamos a tener que salir a exportar los excedentes y todos de la mano. Lo que producimos en Bolivia es nada, más bien tenemos que juntarnos.

¿Es competitiva a escala internacional?
Sí. El azúcar boliviano debe ser una de las más baratas de América Latina. Podemos competir muy bien. El azúcar boliviano se vende en $us 28 y en Perú vale 10 dólares más.

¿Considera usted que este año la industria azucarera podrá exportar?
No, no. Porque recordemos que el año pasado no hubo plantaciones nuevas debido a un problema climático. Entonces, actualmente la disponibilidad de caña es la misma que el año pasado, por lo tanto, el azúcar que vamos a producir es justo para abastecer el mercado nacional. No hay excedentes. Este año, sí todos los ingenios estamos sembrando unas 30.000 hectáreas. Eso va a ser excedente para el próximo año.

Con su experiencia de emprendedor, ¿cuáles son los nichos a los que debe apuntarse para invertir?

Bolivia es un país de oportunidades. Si no han entrado capitales extranjeros a Bolivia es porque siempre ha sido un país políticamente inestable. Le tienen miedo al capital extranjero. Sin embargo, para el boliviano, Bolivia es un país virgen. ¡Donde vos mires hay oportunidades para crecer!

¿Hay edad para emprender?
No. Yo creo que es a cualquier edad. Pero la verdad es que al dinero no hay que mirarlo como un fin, sino como un medio para crear cosas. Si uno quiere dinero por tener dinero, no. El dinero tiene que servir para hacer cosas. Y el dinero puede venir en cualquier edad. Lo que uno adquiere es capacidad, es conocimiento, es mirar oportunidades para invertir en el buen momento. Te podés hacer rico de la noche a la mañana. Pero tenés que invertir en prestigio, ¿verdad?, los años que te da la vida.

¿También hay fracasos no?
Hay. De esos se aprende más.

¿Usted ha tenido alguno?
He tenido crisis. He tenido crisis duras. Crisis que nos han hecho llorar y hemos tenido que hincarnos también para salir de momentos difíciles.

¿Cómo salir?
Fijate que como familia, los momentos de mayor unificación han sido en los momentos de crisis, porque juntos podíamos salir. Separados, no. En el campo nuestro, no todas las actividades están bien al mismo tiempo.

Unas nos han ayudado a salir de los problemas de las otras. En un momento le dije a mi padre.

“Papá, la diversificación nos ha costado el liderazgo”. Y cuando salimos de una crisis me dijo: “Hijo, sin la diversificación no salíamos de la crisis”. La diversificación es importante, la concentración es fundamental y para cada problema existe una solución. Hay que ser tenaz. Cada problema hay que discutirlo, estudiarlo, analizarlo y rodearse de gente capaz. Formar personal. Un hombre inteligente se rodea de hombres más inteligentes.

¿Cómo superar el mito de que en la tercera generación las empresas familiares entran en declive?
Nuestro desafío justamente es ese. Poder ingresar a una tercera generación con éxito. ¿Y dónde estamos invirtiendo?, en educación. Si tenemos un buen nivel de educación, un buen nivel profesional, el éxito lo tenemos asegurado. Lo otro es tener organización. Desde hace 15 años tenemos un protocolo familiar.

Tenemos una Constitución. Ahora entramos a un proceso de actualización y lo hacemos con profesionales que nos ayuden a detectar los problemas y a buscar solución y a planificar. Moraleja. Invertir en la formación. Si invertimos en la formación, la probabilidad es de mayor éxito.

¿Y qué sucede en Aguaí?
Aguaí es una Sociedad Anónima. Tenemos 16 accionistas y una gran cantidad de proveedores. El grupo Roda somos una parte. Hoy yo estoy al mando de este proceso, después va a venir naturalmente la renovación. Aquí vamos a recurrir a la profesionalización de cargos. Hay elemento joven. Estamos apostando a capacitarlos.

¿Qué implica capacitar?
Mira, es parte del insumo industrial. No lo consideres como un gasto, sino como una inversión. Es parte de nuestros procesos. Aquí tenemos una sala de capacitación donde permanentemente el técnico que llega tiene la obligación de formar, de capacitar. Entonces, estamos con un plantel que está apostando por el talento boliviano.

Hay empresas con temor de fuga de talentos…
Vos no podés pensar en que vas a tener un ejecutivo o un funcionario para toda la vida. Entonces, tenemos que estar en ese proceso de rotación permanente, de una capacitación permanente.

¿Cómo retiene el talento?
Buen trato y responsabilidad. Mi padre, recuerdo una vez que contrató un gerente y al día siguiente le dijo: “Por favor, registre todas su firmas en los bancos”.

Cuando salió de la oficina, le dije: “¡Pero papá, usted acaba de contratarlo ayer y ya le está dando firmas en todos los bancos!”, él me respondió: “Si no le doy responsabilidad, no voy a tener respuestas. Yo confío y le doy responsabilidad”. ¿Interesante, verdad?
Pero si yo contrato a alguien y lo mantengo ahí en la congeladora, ¡no cara...!, yo le doy responsabilidad! Entonces, es gente comprometida. Y el compromiso es lo que más vale en una empresa.

¿Qué hay que tener para elegir buenos socios?
Eso es un arte. Hay que tener olfato. Tenemos la suerte de tener sociedades de muchísimos años. Sin embargo, le pregunté a mi padre una vez: “Papá, usted, que ha tenido tantas sociedades, ¿cuál es el mejor número de socios en una empresa?”.

¡Ah!, me dijo: “Hijo, dos condiciones. Primera, número impar. Cualquier dimisión hay un desempate”, ¿y la segunda?, le dije: “Menor a tres”,
¿Cuánto es?: Uno (risas).

Lógicamente, las sociedades hacen falta para crecer y después las sociedades se van acomodando, unos venden otros compran, pero él tenía razón. Lo mejor es uno.

Para embarcarse en un proyecto, ¿puede más su mente fría de hombre de negocios o su corazón aventurero de emprendedor?
No, es con matrimonio (risas). Es con frente fría, es con amor, es con cariño, es con dedicación, es con química con las personas, es equipo. Es una combinación.

¿Se considera usted un empresario exitoso?
Yo sí. Creo que la vida me ha dado gratos momentos, a mi familia, a mis hermanos, a mis padres. Creo que podemos aportar mucho más al país. Siempre confiamos en el país y siempre invertimos en el país. Nunca hemos dejado de invertir. Nunca se nos pasó por la mente hacer inversiones fuera de Bolivia. Porque Bolivia es un país de oportunidades

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