lunes, 30 de marzo de 2020

Bolivia enfrenta una ‘recesión momentánea’ COVID-19



La ralentización del comercio exterior, la disminución del turismo y la falta de insumos para la industria son algunos efectos del COVID-19 en la economía de Bolivia, un país que enfrenta el virus “especulativo” sin un plan de contingencia específico.

Era cuestión de días. La amenaza de esta enfermedad se hizo realidad en el país el martes, aunque algunas actividades económicas ya empezaron a sentir sus síntomas semanas antes.

“Prácticamente todo el hemisferio ha entrado a una recesión que se acompaña con una caída en el precio del barril de petróleo” producto de la mayor oferta de crudo, informó a La Razón el ministro de Desarrollo Productivo y Economía Plural, Wilfredo Rojo.

“Con todo esto, más el pánico que ha sembrado el coronavirus —y ya con el virus instalado en Bolivia y las medidas adoptadas por el Gobierno para proteger la salud de la gente—, pues vamos a tener alguna recesión momentánea, lo que no quiere decir que los productos nacionales se vayan a resentir, porque más bien deberían tender —como una estrategia— a posicionarse para que la gente consuma lo nuestro”, dijo.

Frente a este panorama adverso de la economía, Gary Rodríguez, gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), consideró importante elaborar un “plan de contingencia” entre Gobierno y empresarios, con medidas de alivio y de apoyo “imaginativas”, como lo hacen otros países de la región.

“Estamos trabajando al respecto”, respondió el ministro Rojo, aunque “más por el tema de la economía. No hay que olvidar que la mala administración del MAS (Movimiento Al Socialismo) dejó muchos huecos dentro de la economía y estamos viendo cómo taparlos y cómo ir proyectando una economía más sólida”.

“Los planes de contingencia que se están desarrollando son más en ese sentido que en el tema del coronavirus, que yo creo que rápidamente va a pasar”, precisó la autoridad, aunque también reconoció que se está evaluando la situación “para ver cómo se puede contrarrestar si se mantiene por más de tres meses”.

“Mientras tanto, en estos primeros tres meses no veremos un desabastecimiento en la producción”, aseguró la autoridad.

A principios de mes, el presidente de la Cámara Nacional de Industrias (CNI), Ibo Blazicevic, alertó que debido a los problemas que causa el coronavirus en el comercio de Asia, las industrias bolivianas están “empezando a sufrir problemas de materias primas y de bienes de capital importados”, “lo cual puede empezar a afectar al sector, que es altamente dependiente” de esta mercadería.

Una opción, agregó, puede ser la búsqueda de otros proveedores, aunque eso “tomará tiempo”.

“Habrá demoras y se encarecerán los productos”, sostuvo.

Brotes. Otros rubros que sienten el golpe son el turismo, por la disminución de visitantes; la construcción, también por la menor oferta de insumos; y otros que tienen relación con el comercio exterior, en especial de China, origen de la epidemia que hoy está presente en más de 110 países.

“El coronavirus puede afectar al sector industrial si es que no tenemos todas las materias primas, pero hasta este momento no vemos una incidencia demasiado grande”, afirmó el 5 de marzo el presidente de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), Rolando Kempff, un criterio que es compartido por el ministro Rojo. “Tengo la misma percepción porque lo he venido monitoreando”, indicó.

Bolivia “debe prever un escenario de desaceleración, signado internacionalmente por devaluaciones de las monedas” en los países vecinos “que van a hacer ‘cuesta arriba’ nuestras posibilidades de exportación, sobre todo en el sector no tradicional”, advirtió por su lado Rodríguez.

El gerente general del IBCE consideró asimismo importante observar los indicadores económicos y actividades productivas de los países de la región frente a la amenaza sanitaria. “Si no queremos que decaiga el empleo en el país, en el sector formal o legal, que tiene que ver con la exportación o con la importación, entonces hay que estar advertidos de esta situación; hay que ver qué están haciendo los países y actuar en esa línea”, aseveró.

El presidente del Colegio Nacional de Economistas de Bolivia (Coneb), Jorge Akamine, afirmó por su lado que “el virus es mediático y que se brinda a la especulación en los mercados financieros más que en los reales”. Si bien experimenta una ralentización en el mercado internacional —incluida Bolivia—, el comercio continuará desarrollándose, indicó.

Con esta última postura coincidió Rojo. “Vemos que el mundo se ha prestado a una especulación, se ha ralentizado la economía y se ha provocado un desorden en el sistema económico”.

En apenas dos meses, tras la aparición del nuevo coronavirus en China, la pandemia puso “de rodillas” a la economía mundial con la caída de los mercados bursátiles como nunca desde la crisis financiera de 2008, la disminución de la demanda global y grandes pérdidas para el comercio y el transporte, a lo que se suma el desplome del precio del crudo.

El crecimiento del Producto Interno Bruto PIB (3,5%) de Bolivia tiene como base el precio del petróleo en el mercado externo. El gobierno anterior calculó para este año un precio referencial del barril en $us 51,37, pero éste cayó ya hasta $us 31 hasta el jueves, lo cual incidirá en el precio de gas de exportación boliviano, indexado a la evolución de ese commodity.

Eso, “a través del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) afecta el ingreso de divisas e impuestos para el Estado, gobernaciones, alcaldías y universidades, y afecta a la inversión y el gasto público. Tenemos un escenario complejo”, expresó Rodríguez, quien consideró que este golpe será mayor a lo que pueda causar el coronavirus en la economía.

Los precios del barril están lastrados tanto por la mayor oferta, en medio de una guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia, como por la demanda, duramente afectada por la crisis sanitaria.

Según Akamine, el virus sorprendió en offside el comercio mundial y los gobiernos deben repensar cómo van a mitigar en sus economías el efecto del cierre de fronteras que aplican algunos países golpeados por el virus.

“Más allá del tema de la salud, creo que sí es importante un plan, es imperioso que tengamos los protocolos necesarios. Tenemos que estar preparados para cuando lleguen (las secuelas del COVID-19) a zonas como Yacuiba (frontera con Argentina) y San Matías (frontera con Brasil) o ciudades intermedias”, indicó.

“Los privados necesitan que el Estado con sus instituciones esté a la altura para poder manejar esta situación, garantizar el comercio exterior y generar el mayor consumo interno de nuestros productos”, manifestó.

Respecto a un posible desabastecimiento de productos chinos en Bolivia, Rojo aseguró: “Los bolivianos somos capaces de producir lo que necesitamos”.

“Algunos (sectores) están preocupados porque de China llegarán menos productos. Yo digo, Bolivia tiene una gran microeconomía, tiene empresas grandes, medianas y pequeñas que por la poca importación de productos van a tender a posicionarse en el mercado interno, buscando suplir y mantener un mercado totalmente provisionado de productos nacionales: eso desde el punto de vista del consumo interno”, dice.

La autoridad reconoció empero que existe la posibilidad de que rubros que “dependen totalmente” de China sientan las carencias, aunque ninguno de estos productos pertenece a la canasta familiar. “En eso estamos protegidos y estamos bien en su abastecimiento normal nacional”.

Debido a que la economía boliviana es “pequeña” y con mercados “limitados”, los efectos del “virus mediático” se verán recién en el segundo trimestre de esta gestión, sostuvo Akamine, quien considera que en las grandes amenazas se pueden encontrar oportunidades y que con esa lógica se debe enfrentar la crisis sanitaria.

El peso chino en la economía boliviana


China es el mayor proveedor de mercaderías para Bolivia (21,7%) y el octavo destino de las ventas externas nacionales (4,5%), de acuerdo con cifras del INE.
A julio del año pasado, los principales productos importados fueron vehículos, celulares, insecticidas, motocicletas, neumáticos y herbicidas, entre otros.
Los productos más exportados fueron zinc, plata, plomo, cobre, madera, boratos y fibra de camélidos.

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