Toma el café sin azúcar. “Así contribuyo a que disminuya su precio”, bromea Juan Antonio Morales, doctor en ciencias económicas, varias veces presidente y director del Banco Central de Bolivia y profesor distinguido de la Universidad Católica Boliviana, que accede a esta entrevista advirtiendo que no será tan sencillo, como le pedimos, hablar en términos ‘cristianos’ sobre la economía y sus aristas en un contexto tan variable como el boliviano, pero que hará todo lo posible. Y cumple.
Desde su papel de experto en economía, pero también de ciudadano común, Morales explica qué pasa con nuestro dinero, por qué hay precios que suben y otros que bajan, qué pasará con el dólar, con las exportaciones y qué consecuencias ocasionarán los autos ‘chutos’… Esta es una lectura para entender lo que ocurrirá con nuestros bolsillos y con la economía de Bolivia.
- Usted alertó hace tiempo sobre la importancia de tomar en cuenta el contexto internacional, lo que pasa fuera de nuestras fronteras, ¿considera que se ha hecho?
- Los últimos cinco años han sido buenos para la economía del país, no tanto por mérito de nuestras autoridades o sus políticas, sino que el contexto internacional ha sido favorable como nunca en la historia de este país. Hemos tenido precios muy buenos para nuestras exportaciones, lamentablemente se han reducido a hidrocarburos y minerales, y algo de grano de soya. Pero en manufacturas casi no hay crecimiento, de hecho, se nos han estado cerrando mercados.
- ¿Quiénes se han beneficiado?
- La bonanza externa ha tenido una repercusión interna importante. Primero en el sector de construcción. A simple vista se puede ver su crecimiento en las ciudades del eje troncal y en el resto del país. Y segundo, una gran expansión del consumo. No digo que esté distribuido equitativamente, pero hay grupos para los que el consumo ha aumentado y están viviendo una fiesta muy grande.
- Pero pareciera que es una fiesta con pocos invitados…
- Uno tiene la impresión de que el ingreso y la riqueza no han mejorado a pesar de todo el discurso, pero hay gente de las viejas fortunas y de las nuevas, que la están pasando muy bien. Para ser anecdótico, tengo una amiga que tiene una empresa de agasajos y no da abasto. Tiene bodas con 600 invitados, lo que antes no era común. Hay una expansión de consumo. Insisto en que la bonanza no se ha distribuido por igual. Hay segmentos como los banqueros, algunos comerciantes, los constructores, que están muy bien. Pero el sector manufacturero y los que viven de sueldos fijos, no.
- ¿Qué opina de la política social, aunada a la económica del Gobierno?
- La política social del Gobierno apunta a reducir las desigualdades y ha descansado en los bonos. Pero aunque eso ayuda, y no es mala idea, ayudaría más hacer inversiones en salud y en educación, dotando a la gente de más capital humano que le permita defenderse mejor y convertirse eventualmente en un empresario, por ejemplo.
- ¿Es sostenible esta estrategia a largo plazo?
- Los bonos están esencialmente financiados por el IDH (Impuesto Directo a los Hidrocarburos). Si el precio de los hidrocarburos cayese, sucedería lo mismo con la recaudación del IDH, y el Gobierno se vería en dificultades. Siempre queda la duda de la sostenibilidad. Pero iría más lejos en el sentido de que toda la economía boliviana está siempre en riesgo, y esto viene de que el contexto internacional se puede deteriorar. Si eso sucede, provoca que este modelo de desarrollo sea muy vulnerable.
- ¿Es decir que dependemos demasiado de lo externo?
- Dependemos más que nunca de afuera. El vínculo que tenemos con el exterior son esos precios tan altos de afuera, que han significado muchos ingresos adicionales al país y al fisco. Con datos del propio Gobierno, mis cálculos son que en los últimos cinco años el Gobierno ha recibido 17.000 millones de dólares adicionales, a lo que tenía el 2005. Son sumas muy importantes, pero la pregunta es en cuánto ha cambiado el país y cuánto menos vulnerables nos hemos vuelto a conmociones que puedan venir desde afuera. No tenemos respuesta.
- ¿Qué piensa usted?
- Yo tengo la impresión de que gran parte de la bonanza no la hemos aprovechado.
- Sin embargo el boliviano se ha fortalecido frente al dólar
- Eso tiene ventajas y desventajas. Permite controlar la inflación. Si no hubiera habido esa revaluación del boliviano, probablemente la inflación hubiese sido más alta. Permite importar más barato, con menos bolivianos, sobre todo alimentos. Por esa parte es positivo.
Lo negativo es que le quita competitividad al sector productivo, y no solo al sector de manufacturas para la exportación, sino a la industria nacional que tiene que competir contra bienes importados, el carnicero, el zapatero... A ellos se les vuelve más difícil porque tienen que enfrentar la competencia, pero el tipo de cambio real es lo importante, este es la cantidad de bolivianos por dólar según lo que pasa con la inflación en Bolivia. Si el tipo de cambio no se moviera y la inflación continuara subiendo, perderían competitividad nuestras empresas, lo que puede ser destructivo.
Una manera de frenar la inflación es a través de estas revaluaciones, aunque eso afecta a los bolivianos por dólar que reciben los productores. Hay un equilibrio frágil entre revaluar o dejar que suba la inflación. Yo me inclino por la revaluación.
- Pero los precios siguen subiendo…
- Es que es importante controlar la inflación. Si uno ve en el periódico que sube el pollo, el arroz, los servicios… Mucha gente no se ha dado cuenta de cuánto han subido por ejemplo los médicos, los radiotaxis, los peluqueros…
- ¿Qué sucede con las reservas? Al parecer tenemos mucho ‘colchón’
- Las reservas son esencialmente divisas, dólares, euros, libras, que permiten a Bolivia atender sus pagos internacionales cuando el país necesita importar. También le permiten atender sus obligaciones de deuda externa, aunque esta se ha reducido. El sistema cambiario de Bolivia que es tan peculiar, pero que finalmente es fijo, es un factor que asienta la confianza del público en su tipo de cambio en moneda nacional. Esas son funciones esenciales de las reservas internacionales que vienen en los últimos años porque exportamos más que lo que importamos. Hemos tenido además un alivio de deuda externa. Técnicamente puede explicarse como que el ahorro es mayor que la inversión; esa diferencia la hemos estado poniendo en reservas.
- Pero ¿cuáles son las consecuencias de ahorrar y seguir sumando reservas?
- Tener pocas reservas no es bueno para la economía, pero demasiadas reservas tampoco porque crean presiones inflacionarias, y tienen peligros políticos. Todos se antojan de las reservas…
- ¿Es dinero guardado que no se invierte?
- Absolutamente. No hay nada de eso. Y gran parte de la crítica es esa. Se ha ido acumulando en una actitud que los economistas llamarían mercantilista… Pensar que la riqueza de un país son sus dólares y su oro, sin darse cuenta de que hay cosas más importantes y sostenibles en el tiempo como inversiones en fábricas, en educación, etc., lo que no se ha hecho. Las inversiones no son proporcionales a los ingresos. La inversión privada está muy decaída, salvo en construcción o en las inversiones para esparcimientos. Pero fábricas que creen empleo, por ejemplo, no hay. Tengo la impresión de que estamos dejando pasar el tren. Que nos podría haber ido muchísimo mejor.
- Hablemos del impacto de los autos chutos…
- Los autos chutos tienen efecto sobre otras personas, por ejemplo van a aumentar fuertemente la polución, sobre todo en ciudades como La Paz y Cochabamba, van a dificultar mucho el ya congestionado tráfico, y lo más importante, van a presionar sobre los combustibles que están subsidiados. Si la situación fiscal se deteriorara, hay peligro de que se toquen las reservas. Si el volumen de subsidios y el gasto público aumenta mucho, implica una reducción en ellas.
- Acumulamos reservas y compramos bonos con ellas, sobre todo a EEUU, ¿no estamos financiando algo que va contra todo el discurso de este Gobierno?
- Tengo tentación de escribir acerca del debate que se ha suscitado con los disidentes del MAS que dicen que es una vergüenza que Bolivia esté financiando al imperio con sus reservas. No sé si será una vergüenza, pero sí es cierto que Bolivia lo financia. Pero el problema es que el gobierno no puede dejar dormidas esas reservas, tiene que ganar algo. Una manera de ganar es prestando al Gobierno estadounidense, comprando bonos del Tesoro aunque el interés sea muy bajo. La ventaja es que son inversiones seguras y líquidas.
- ¿Cuál sería la alternativa?
- Utilizar estas reservas con las empresas estatales, pero el asunto es que estas tienen problemas de gobierno corporativo. De hecho hay $us 5.000 millones comprometidos que no han sido desembolsados, porque las empresas no tienen capacidad para ejecutar esas inversiones, no tienen proyectos, tienen problemas de gestión. El Gobierno está en la disyuntiva de seguir invirtiendo en títulos seguros de bajo rendimiento, o invertir en las empresas estatales, que no se sabe cuán seguras son.
- Mucha gente se ha ido del país, ¿cree que el panorama es tan oscuro?
- Ya son ocho años de buen crecimiento, justamente por lo que comentábamos al principio, así que muchos de los que se han ido piensan en volver. Además, hay países en los que el contexto laboral es cada vez más complicado. Tengo un hijo que estudia en Europa y puede decidir entre quedarse o regresar. Mi consejo es que vuelva a Bolivia. Creo que este país con buenas políticas económicas, con un esfuerzo mayor en términos de educación, es una tierra de oportunidades.
Perfil
Experto en economía
Juan Antonio Morales Anaya, cochabambino, nació en 1943. Doctor, licenciado y máster de la Universidad de Lovaina, en Bélgica, actualmente se desempeña como docente distinguido en la UCB en Maestrías para el Desarrollo.
Ha sido invitado como profesor en distintas universidades del mundo, ha sido consultor en programas internacionales como CEPAL, GTZ y PNUD, ha publicado decenas de documentos y ha estado al frente, en varios periodos, del Banco Central de Bolivia.
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