Los casos que están en veremos: el doctor Pérez quiere reactualizar el mismo alegato utilizado para salvar a Castillo, para salvar a Leo Fernández. No está lejos de demostrar que hubo evidentes errores en el doping del arquero. Este hábito impugnador está demostrando una vez más que el fútbol boliviano paga más a sus abogados que a técnicos y jugadores. Digo esto porque Oriente paga fortunas a su notable doctor Pérez. ¿Y cómo no?, si es gracias a Pérez que Oriente salió campeón en el clausura 2004 y está a punto de salir campeón en el apertura 2007.
Pero la judicialización del fútbol boliviano no termina en mostrar las habilidades del doctor Pérez, abundan abogados que no necesariamente ajustan la malla jurídica deportiva para transparentar el juego, por el contrario no le dejan de abrir resquicios para montar su proyecto de poder. El doctor Edgar Linares, ideólogo de la FABOL (futbolistas agremiados de Bolivia), es otro interesante personaje, que ha movido las estanterías económicas y jurídicas de los clubs, lo triste es que no en beneficio del fútbol. Linares junto con otros abogados y diputados elaboraron la Ley del Deporte.
En julio de 2004 fue promulgada la Ley, esa que tanto orgullo le provoca a Pichicho Borja, uno de sus autores. A la Ley le importa un carajo generar una matriz para construir una estructura deportiva. En toda su intrascendencia se encuentra el famoso artículo 2770 y el Decreto Supremo 2779. El artículo señala que en lo que respecta al fútbol profesional, todas las instituciones deportivas deben adecuarse a la normativa de la Ley del Trabajo. Por tanto, todos sus dependientes: futbolistas, cuerpo técnico y cuerpo médico deben cobijarse de los beneficios que norma la Ley del trabajo. Este artículo abrió un caos legal que derivó en 64 litigios en el Bolívar, en el Stronguer bordearon los 20 y algo parecido en Blooming, Wilster. Sin embargo, en Oriente hay muy pocos, por algo será. Lo chistoso de esto es que uno de los redactores de la Ley fue el más beneficiado. Sí, sí, Pichicho Borja hizo una Ley de acuerdo a sus mafiosas necesidades. Aprueban la Ley y Pichicho rápidito fue a cobrar sus beneficios “al club de sus amores”. Este es un caso descarado. Un gesto del más puro mirismo. Del mismo modo la inútil Ley Añez. Ley que se contradice desde su primera línea y que no apunta a fortalecer el fútbol, por el contrario desde el principio de su redacción se convirtió en buen motivo de exhibición mediática y de beneficiosa cosecha política por parte de su autor, ex – presidente de la Liga.
Video: Victoria de Real Potosi ante Real mamore
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