domingo, 12 de julio de 2015

Las emociones y nuestras finanzas

Estimado lector: usted coincidirá conmigo en que bajo nuestra realidad y para la gran mayoría de las personas las preocupaciones financieras pasan por los 500 a 1.000 bolivianos que nos faltan cada fin de mes.
Casi nunca son grandes cantidades de dinero y no representan una gran aflicción, ya que al ser una cantidad relativamente pequeña pensamos que nos recuperaremos al mes siguiente y saldremos adelante.
Sin embargo, el problema empieza cuando después de varios meses la "pequeña preocupación” ronda los 1.000 dólares y se debe recurrir a préstamos de familiares o de amigos, a las tarjetas de crédito o al microcrédito para cubrir el dinero faltante, sin solucionar el problema, sino postergándolo por un corto periodo hasta que pronto nos vuelva a apretar el zapato.
Es que desde el colegio hasta quizás nuestros estudios de maestría, casi todas las personas no hemos recibido la instrucción suficiente para sobrellevar la obligación que tendremos toda la vida, que es la administración responsable de nuestras finanzas personales.
Por ello, la gran mayoría cree que el éxito financiero tiene poco que ver con las emociones, y que más bien es resultado de una gran inteligencia lógica-matemática y una mente muy disciplinada.
Es por esa razón que, según Marc Brackett, director del Centro en Inteligencia Emocional de la Universidad de Yale, Estados Unidos, muchos podemos fallar en la gestión de las finanzas personales aún teniendo estudios de doctorado dentro de nuestros laureles.
Es así que es muy importante analizar la relación que uno tiene con el dinero, qué emociones despierta éste cuando se lo tiene y cuando no, a qué se le tiene miedo y cómo se reacciona ante diversas situaciones de estrés o de relajación financiera. Si existe un factor condicionante en nuestras vidas, más allá del hecho de disponer de recursos económicos o carecer de ellos, es nuestra relación emocional con el dinero y su influencia sobre las propias decisiones.

¿Qué es la inteligencia emocional?
Como recordará el paciente lector de artículos anteriores, el término de inteligencia emocional fue acuñado por Daniel Goleman, profesor de la Universidad de Harvard, que durante muchos años investigó qué factores pueden determinar las marcadas diferencias que existen, por ejemplo, entre un trabajador "estrella” y uno "promedio”, o entre un "individuo asocial” y un "líder carismático”.
Los resultados de su investigación concluyen que, con mucha frecuencia, la diferencia radica en un conjunto de habilidades emocionales más que en las habilidades lógico-matemáticas.
Según el profesor de Harvard, las personas emocionalmente inteligentes son capaces de perseverar en sus proyectos, de controlar sus impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular su estado de ánimo y de automotivarse. El grado de dominio que alcance una persona sobre estas habilidades resulta decisivo para determinar el motivo por el cual ciertos individuos tienen éxito en la vida mientras que otros, con un coeficiente intelectual (IQ) quizás mayor, acaban frustrados y sintiéndose poco felices con sus logros.

Emociones y finanzas
El desarrollar nuestra inteligencia emocional nos lleva a conocernos mejor, a predecir nuestras reacciones, y a saber qué es lo que nos hace sentir a gusto o incómodos. Es por ello que meditar y estar conscientes sobre el efecto del dinero sobre nuestras vidas nos llevará a tomar mejores decisiones financieras.
Por ejemplo, cuando tenemos que tomar alguna decisión de inversión o gasto, nuestras emociones deben encontrarse estables y controladas, permitiéndonos analizar los beneficios y perjuicios en el corto, mediano y largo plazo de toda erogación de dinero que hagamos.
Es así que, por un lado, el miedo nos puede paralizar y restar claridad mental para hacer inversiones, por lo que si se apodera de nosotros, puede cerrarnos las puertas a grandes y rentables oportunidades.
Por otro lado y en contraposición, el descontrol puede llevarnos a hacer gastos impulsivos y desmedidos, obstaculizando la edificación de unas finanzas personales sanas.
En la misma dirección, el distinguido lector podrá intuir que la inteligencia emocional nos llevará también a crear buenos hábitos de ahorro. Tener "por si acaso” un colchón de ahorros es un factor primordial para nuestra salud financiera y tranquilidad emocional. Esto permitirá afrontar las emergencias que pueden darse en la vida de cualquier mortal, con la serenidad suficiente para no desesperarnos y rasgarnos las vestiduras ante la falta de recursos.
Finalmente, podemos concluir que un aspecto primordial es que debemos siempre buscar la tranquilidad emocional de que cumplimos con nuestras obligaciones y nos damos los gustos suficientes dentro de un nivel de vida alcanzable, donde se encuentra el disfrute de lo que se ha logrado con esfuerzo, para que luego no sobrevengan la frustración o, aún peor, malos momentos de desesperanza.
* El autor, economista, es
experto en finanzas.

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