La pandemia de COVID-19 es inusitada en la medida de que plantea un desafío al sistema socioeco-nómico  mundial.  El  fenómeno  afecta  por  igual  a economías  avanzadas  y  países  emergentes  en  la  medida que, tanto por sus efectos, como por las políticas públicas puestas en práctica representa un replantea-miento  de  prácticas  sociales  y  sistemas  productivos que hasta finales del año pasado se daban por normales.  Numerosos  analistas  anticipan  un  estancamiento o  recesión  global  este  año  debido  a  la  crisis  causada por el COVID-19. Fitch ha recortado sus previsiones y estima que el PIB global de 2020 será 850 billones de dólares inferior al dato que pronosticaban en diciembre, pese a lo cual, mantiene una perspectiva global de crecimiento de 1,3% (frente al 2,5% que pronosticaba en diciembre). Sin embargo, su reciente pronóstico advierte que  la  perspectiva  podrá  ser revisada  a  la  baja dependiendo  de  los  acontecimientos.  En  el  caso  de China, la empresa anticipa una caída del PIB del 5% en el  primer  cuatrimestre  del  año,  algo  sin  precedentes recientes para ese país. Para Italia y España, se prevé una  contracción  anual  del  PIB  de  2%  y  1%,  respectivamente.
Por  su  parte,  el  Fondo  Monetario  Internacional realiza pronósticos más pesimistas, anticipando que la pandemia causará una recesión global en 2020 que  incluso  puede  ser  peor  que  la  provocada  por  la crisis financiera de 2008 y 2009.2 Según la CEPAL, esta recesión  afectaría  a  América  Latina  y  el  Caribe  reduciendo el PIB 1,8%.
A  partir  de  la  aplicación  de  las  primeras  medidas sanitarias, sumadas al temor por el contagio, comenzaron  a  acumularse  las  evidencias  anecdóticas  que daban  cuenta  de  la  importancia  de  las  tecnologías digitales  para  contrarrestar  el  aislamiento,  difundir medidas profilácticas y facilitar el funcionamiento de sistemas económicos. Es raro encontrar casos de países  donde  el  éxito  relativo  en  el  control  y  la  mitigación de COVID-19 no esté explicado en buena medida por  el  uso  de  aplicaciones  móviles  y  sistemas  de  in-formación soportados en tecnologías digitales. Existe un acervo importante de desarrollos digitales que están siendo empleados por diversos gobiernos a nivel nacional  y  subnacional  para  controlar  la  pandemia. Dichas  tecnologías  han  contribuido  a  asegurar  una mayor transparencia y confiabilidad en la información para los usuarios. No menos importantes son aquellas iniciativas que miden la propagación del virus, actualizan constantemente la cantidad de personas afecta-das,  difunden  información  en  tiempo  real  y  facilitan esquemas  de  diagnóstico,  prevención  y  mitigación, y  que  en  general  contribuyen  a  aplanar  las  curvas de contagio.
 
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