La distribución de los bienes en la ciudad implica un rango muy amplio y diverso de actores y prácticas. El transporte urbano de mercancías es muy diverso y fragmentado, con muchas cadenas de suministro que sirven a diferentes sectores económicos. Cada ciudad representa un escenario específico con su propia economía local y prevalencia de infraestructura de transporte y modos en la mayoría de ciudades convergen las principales tendencias.
En todos los casos, la organización logística constituye un reto para las políticas urbanas.
No hay soluciones únicas para mejorar la distribución urbana de mercancías, sino un abanico de medidas para afrontar diversos desafíos que pueden ser comunes o únicos para cada ciudad. Ante un espacio urbano limitado por definición las políticas públicas deben encontrar el encaje para que los diversos usos de este espacio puedan convivir en harmonía y seguridad.
Esto implica que la logística urbana deberá integrarse de manera más completa en políticas urbanas, no sólo de movilidad, sino también de planificación territorial, urbanismo, medio ambiente, producción y comercio. Lamentablemente, el interés por la movilidad de las mercancías no está aún tan desarrollada en comparación con el interés por la movilidad de las personas.
Las ciudades serán cada vez más nodos privilegiados para personas y empresas, y esto requerirá atención tanto a los flujos de personas como a los de mercancías.
No obstante, el futuro deberá conllevar una transición hacia formas de logística urbana más ecológicas, más seguras y más respetuosas de las condiciones de trabajo y de las reglas de convivencia en el espacio público.
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