No debemos olvidar que uno de los motores efectivos de cambio y mejora organizacional en las empresas obedece a la imperiosa necesidad de adaptación a las nuevas tendencias tecnológicas y de mercado. Un rumbo claro y explícito da seguridad directiva y organizacional, alinea y sinergiza esfuerzos.
Frecuentemente, una trayectoria de éxito prolongada deriva en otro gran inductor de crisis empresarial que es el ‘efecto hibris’. Buenos resultados repetidos durante años llevan a la arrogancia, lo que inexorablemente conduce a la negligencia.
Esto fue lo que le sucedió en 1995 a Robert Galvin, presidente de Motorola. Después de una trayectoria de liderazgo durante varias décadas en el sector de la radiodifusión, la compañía Motorola estaba orgullosa de lanzar su primer teléfono móvil StarTAC de tecnología analógica. El gran problema era que en esos momentos comenzaba la tendencia creciente de tecnología digital.
¿Cómo reaccionó Motorola? Con la arrogancia de su CEO: “Cuarenta y tres millones de clientes analógicos no pueden estar equivocados”. El desenlace fue inevitable, abriéndole las puertas a sus competidores. De ser líder absoluto en telefonía móvil, pasó a ocupar un 15%.
El crecimiento o diversificación desordenada y desmedida al buscar rentabilizar el éxito también pueden desembocar en una crisis. Esto le ocurrió en 2008 a Howard Schultz, fundador de Starbucks, su modelo exitoso en esta década lo llevó a una desmedida diversificación en sectores como la música, los accesorios de café y la comida, lo que provocó ineficiencias.
Como se puede apreciar, si bien las crisis económicas o los entornos de incertidumbre pueden ser inductores que aceleran o potencian las crisis empresariales, las causas recurrentes obedecen a factores internos, posturas y hábitos directivos que, de ser reconocidos y mejorados, permitirán desarrollar entornos que posibiliten evitarlos
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