El ‘cuadrado de las Bermudas’ supone gestionar de forma permanente: 1) la cercanía con el cliente, 2) los costos bajos en la operación, 3) la rapidez en la capacidad de respuesta y 4) la calidad de lo que se hace o entrega como resultado final. Estas son cuatro cualidades esenciales en una empresa pequeña que es exitosa. Pero en muchas ocasiones significa la esencia de ser pequeños. ¿Cómo puede una empresa pequeña ser más rápida que sus competidores más grandes?. Son pequeños, no hay mucho personal que supervisar. ¿cómo pueden ser sus costos más bajos?. No tienen todos los gastos administrativos de las grandes. ¿por qué pueden estar más cerca de sus clientes?. Porque tienen menos clientes, es más fácil estar cerca de 10 clientes que de 1.000. Especialmente cuando un pequeño grupo de sus clientes son los más grandes. Pero en realidad la pregunta para hacernos es ¿qué pasa cuando ya no eres pequeño, cuando ya no se cuenta con este tipo de ventajas automáticas?.
En mi experiencia como consultor de más de 15 años en el medio, el verdadero reto está en trasladar esos valores de las empresas pequeñas a la realidad organizacional, reinventando la forma en que expresan dichas ventajas en la nueva funcionalidad interna y ante la percepción del cliente. Se tienen que revisar y reinventar los procesos que permitan practicar las ventajas competitivas que en su momento le permitieron tener un crecimiento más acelerado.
Existen empresas que están dispuestas a navegar por este ‘cuadrado de las Bermudas’ y otras que no, la disyuntiva ante las gerencias es más simple, supone si se dejan los destinos organizacionales en ‘solo un golpe de suerte’, o en la consecuencia de un proceso de gestión organizacional estratégicamente bien manejado
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