En muchos casos contratan a consultores para ayudar a incrementar las ventas, leen libros de técnicas de venta o toman cursos.
Lamentablemente, el avance es mínimo o no justifica el esfuerzo, y en más de una ocasión me han preguntado “¿qué estoy haciendo mal?”.
La primera respuesta está en saber que la venta es uno de los últimos pasos del proceso; sí, no se sorprenda. Lo que ocurre es que llegar al punto de concretar ventas o crecer debería ser el resultado de haber hecho bien varias etapas o de haber controlado variables.
Productos exitosos fracasan no por ser malos, sino por otras cosas como: el personal de venta no tiene la vocación para atender las demandas de los clientes cuando llega al punto de venta; el precio no está correctamente calculado para el mercado; el envase del producto no reúne las características que expresarían el producto en sí; no existe el canal de distribución correcto haciendo que el producto no llegue al consumidor final; o simplemente el cliente no sabe para qué sirve el producto, pues está diseñado para otro mercado.
Pensemos que en todos estos casos no es un tema de venta o saber cómo vender y exponer el producto. En la mayoría, he podido ver que la venta no se está logrando por múltiples factores que pueden ser solucionados con pequeñas herramientas y de una forma simple.
Por eso, la próxima vez que alguien le diga que no está vendiendo su producto no le sugiera un curso de ventas, primero pregúntele qué está haciendo y cómo es su producto.
Muchas veces, los empresarios no consiguen buenas ventas por múltiples factores que pueden ser solucionados con pequeñas herramientas y de una forma simple. Es importante revisar todo el proceso
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