Fidelizar y dialogar. Lo primero es construir una fidelidad a partir de la colaboración, la confianza y el conocimiento mutuo. De esa manera se logrará un diálogo continuado en el tiempo, interacción que se produce tanto en beneficio del cliente (manteniéndolo informado con un marketing con permiso) como de la propia empresa.
Conocimiento. Una estrategia supone comprender aspectos básicos de los clientes: sus datos personales, preferencias, hábitos de compra, servicios utilizados, canales de interacción, respuestas a promociones, entre otros. El acceso a esta información contribuye a aumentar las ventas, mejorar las relaciones con los clientes y ofrecer un mejor y más personalizado servicio.
Diferenciar y personalizar. Con la interacción con el cliente, un trato diferenciado y personalizado será un aspecto que los competidores difícilmente lo imitarán.
Crear experiencias. Cada interacción del cliente con la organización se almacena en la memoria y dicha experiencia determina su comportamiento futuro con la marca. Este proceso continuado de interacciones y experiencias define la calidad de las relaciones.
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