viernes, 12 de enero de 2018

Me paso la vida regateando

Me paso la vida negociando. Todo el tiempo. Tira y afloja. Cede aquí. Pon límites allí. Esa es, en resumen, la relación con el padre de mi hijo desde que me separé.

Que sí, que entendimiento y cordialidad ante todo, por mi hijo, pero que de tres favores que me pide, a uno siempre le tengo que decir no, porque antes era solo uno, luego dos, y enseguida pasan a tres. Y todos pasan por modificar mi vida y mis planes para que él pueda realizar los suyos. Toda la vida teniendo que decir “hasta aquí” porque el otro parece no entender que tienes una vida que ya no vas a modificar según le convenga a él. Lo más penoso es que se le olvide que le conozco mejor que su madre, y me la intente charlar sibilinamente, con lo que me molesta que no me vengan a las claras con lo que quieren.

Tengo mucha gente separada alrededor, con hijos, y lo siento si soy un tanto parcial en esto que voy a decir, pero a la hora de ceder y modificar normas y acuerdos, nosotras lo hacemos mucho más. ¡Ay de ti si no lo haces!: pasas inmediatamente al equipo de las Brujas y las Arpías Rencorosas. Pero llega un momento en que te das cuenta de que estás otra vez haciendo de tonta útil por alguien que ya solo está circunstancialmente en tu vida, no por tu hijo, y empiezas a decir no.

Hay que decir no más veces. Sin violencia y sin reproches y sin enojarse. Hay que trabajar la asertividad. Al principio dirás no dando muchas explicaciones, como excusándote, encima. Pero llegará un momento en que en menos de 30 segundos valores si estás dispuesta a cambiar tus planes o no, y te salga natural. “¿Puedes?”. “No”. Y ya está.

Es un buen consejo para evitar esa sensación de sentirte mongola porque eres siempre la que cede y hace favores al otro, que va de espabilado.

En el abordaje terapéutico, cuando trabajamos con la persona afectada por su ex, es conveniente focalizarnos en lograr modificar actitudes del paciente frente a la situación generada, de tal manera que se pueda evitar el desgaste emocional, la confrontación innecesaria y posibles daños en su nuevo vínculo y con sus hijos”, explica la psicóloga clínica y terapeuta familiar, Mónica Muruaga.

Lo cierto es que en el camino aparece una manipulación por parte del ex y, en algunos casos, le habla al hijo en común en contra del padre o madre; e incluso lo utilizan como chivo expiatorio para averiguar cosas que no pueden saber a través de su ex.

También, en casos más extremos, sucede que un ex cargado por el resentimiento de haber sido desplazado, o habiéndole marcado este límite, le habla mal a su propio hijo acerca de su madre o padre con el objeto de que el pequeño o adolescente se aleje de su nueva familia.

CONSEJOS ÚTILES PARA APLICAR

Existen algunos consejos para solucionar este problema y sobrellevar una buena relación con un ex con la mayor armonía posible, según Muruaga:

- Aprender a registrar y detectar los posibles mensajes subliminales, no manifiestos, que se esconden detrás de múltiples demandas y reclamos innecesarios, utilizando supuestas necesidades o problemáticas de los hijos, con la intención de manipular y llamar la atención de su ex.

- Colocar límites claros. Hacerlos saber y sostenerlos en el tiempo.

- Evitar las discusiones y conflictos innecesarios. Aquí vale la pregunta: ¿Tiene sentido responder este mensaje? ¿Por qué estoy dándole explicaciones? O me abstengo y no respondo, evitando de este modo que invada los espacios que ya no le pertenecen.

- No trasladar las discusiones de la ex pareja al espacio de la nueva relación. Logrando de este modo, quitarle el protagonismo buscado. Asimismo, se podrá preservar y cuidar la vida emocional de sus hijos y de su nueva pareja.