martes, 1 de noviembre de 2016

La inversión y el concepto de eficiencia

Los profesionales del área de Ciencias Económicas y Empresariales se forman en base a conceptos tales como necesidades, utilidad, eficiencia, recursos, producción, administración, beneficios y otros cuyos significados posiblemente no sean bien comprendidos por la gente que no tiene esa formación. Hoy haremos un análisis que resulta de la conjunción de varios de estos términos dentro del ámbito de la vida cotidiana.

Las necesidades son el motor que genera la actividad que llamamos ‘trabajo’. El ser humano trabaja para generar recursos que le permitan satisfacer dichas necesidades (consumo), y cada persona trata de satisfacer sus necesidades “de la mejor manera posible”, vale decir que trata de elevar al máximo nivel su satisfacción.

En ese sentido, se puede establecer que cada ser humano debe ser eficiente en el empleo de sus recursos. Por otro lado, los empresarios deben también ser eficientes en el uso de sus recursos productivos para generar el máximo nivel de producción posible y así optimizar sus beneficios.

Por tanto, se puede afirmar que la eficiencia está en el hecho de obtener los mejores resultados posibles al emplear los recursos que se tienen, que por cierto siempre serán escasos frente a la enorme cantidad de necesidades que se presentan cada día, desde el punto de vista individual.

Desde la perspectiva de la vida en sociedad, es posible identificar otro tipo de necesidades, las necesidades colectivas, entre las cuales podemos citar como las más importantes: educación, salud, seguridad ciudadana interna y externa, infraestructura urbana, infraestructura vial. La importancia de cada una de ellas se podrá establecer de acuerdo a la “demanda social” que se genera alrededor de cada necesidad.

Una de las variables macroeconómicas de mayor relevancia en el desempeño de una economía es la inversión en sus dos vertientes: privada y pública. En condiciones normales, la inversión privada es la que debiera generar fuentes de empleo.

La inversión pública es la parte del gasto que realiza el Gobierno en la construcción de infraestructura educativa (escuelas, colegios), de salud (hospitales), seguridad ciudadana, caminos, carreteras y otras. Además, se invierte en equipamiento para su funcionamiento. Según información oficial, hay un crecimiento notable en cuanto al monto invertido en cada gestión, lo que nos induce a pensar que año tras año esta inversión constituye uno de los factores más importantes en el crecimiento económico de nuestro país.

Ahora bien. Si mantenemos la lógica de la eficiencia respecto a la utilización de recursos, no hay que olvidar que la mayor parte de los fondos que son destinados a la inversión pública provienen del cobro de impuestos a los ciudadanos del país; por esta razón, nos asiste el derecho de preguntarnos si nuestros recursos se invierten de forma eficiente. Si esto no ocurre en la realidad, se estaría incurriendo en lo que Musgrave denomina “pérdida de eficiencia”.

La eficiencia de la inversión pública consiste en utilizar los recursos de manera tal que se pueda satisfacer las necesidades colectivas de la mayor cantidad de ciudadanos posible.

Se debe tener en cuenta que existe una relación directa entre la inversión y el nivel de satisfacción de las necesidades; por ejemplo, más escuelas y colegios representan mayor cobertura para estudiantes, lo que eleva el nivel de educación. Si se construyen más hospitales, mejora el nivel de atención a la gente; a mayores niveles de educación y salud, mejores posibilidades para mejorar el nivel de vida de la gente.

En este punto, de manera intuitiva se puede hacer una evaluación de la inversión pública en base a las cifras que proporciona el Gobierno. En un criterio personal, considero que se ha incurrido en pérdida de eficiencia de la inversión pública por la forma en que se hace gestión política. Dejo a criterio del lector decidir si la construcción de más campos deportivos se puede calificar como gestión eficiente.

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