domingo, 11 de septiembre de 2016

La trampa del crecimiento y la desigualdad



Dos temas se trataron en la reciente reunión del Grupo de 20 economías avanzadas del mundo (G20) en Hangzhou, China, entre el 4 y el 5 de septiembre: la trampa del crecimiento y la elevada desigualdad.

Según señaló la directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde: "El 2016 será el quinto año consecutivo con un crecimiento del PIB mundial por debajo de su promedio a largo plazo del 3,7% (1990-2007), y 2017 podría ser el sexto”. Además indicó que "desde principios de los años 90 no se ha visto un debilitamiento de la economía mundial por tanto tiempo”, lo cual se puede observar en el gráfico 1.

Lo relevante para países como Bolivia es la afirmación de que, según el FMI, "las economías emergentes también han experimentado una desaceleración, aunque con respecto a un nivel de crecimiento excepcionalmente rápido en la última década. Por lo tanto, esta desaceleración es más bien una vuelta a la norma histórica”.

Dos factores resalta el FMI; el primero, el reequilibramiento de la economía china desde la inversión hacia el consumo y desde la demanda externa hacia la demanda interna, y, el segundo factor, vinculado al anterior, el fuerte descenso de los precios de las materias primas, que ha afectado negativamente al ingreso disponible de muchos países exportadores de commodities. De este análisis surge la notificación del FMI acerca de que "el ajuste de los países exportadores de materias primas a esta nueva realidad será difícil y prolongado. En ciertos casos, requerirá un cambio de modelo de crecimiento”.

Así, tendríamos por un buen tiempo un lento crecimiento de la economía mundial por razones estructurales y una desaceleración de las economías emergentes, como retorno a su "norma histórica”.

Entre las causas, señala el FMI, está, por un lado, "los legados de la crisis”, como el sobreendeudamiento público y privado y el deterioro de los balances de las instituciones financieras, que han generado una demanda persistentemente débil.

Del lado de la oferta está la desaceleración de la productividad y las tendencias demográficas adversas que frenan el crecimiento potencial, aunque esta tendencia se inició antes de la crisis financiera mundial.

Sin embargo, lo que llama la atención es que, junto con el examen de los problemas de crecimiento económico, -casi por primera vez me atrevo a afirmar- el FMI incluye los problemas del aumento a la desigualdad de ingresos, generalmente tratado en foros y documentos separados, como si no tuvieran ninguna relación, al igual que los documentos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en que, por un lado, se informa sobre el crecimiento económico en el Balance o Estudio Económico y, por otro, la problemática de la desigualdad en el Panorama Social.

El FMI informó en el G20 justamente que en las economías avanzadas, el ingreso del 10% superior aumentó en alrededor del 40% en los últimos 20 años, mientras que creció de manera muy moderada en los grupos de ingreso más bajo, como se observa en el gráfico 2.

Pese a lo escueto del párrafo, uno puede observar no sólo el crecimiento del 40% de los ingresos de los más ricos, mientras que de los más pobres y también de las capas medias se mantuvieron, en términos reales, en los mismos niveles de hace 25 años, sino especialmente la ampliación de la brecha de la desigualdad que se obtiene al comparar el nivel de ingreso del 10% más rico con el 40% más pobre. Esta brecha que era de 5 a 1 (250 mil versus 50 mil dólares), subió a una relación de 7 a 1 (350 mil versus 50 mil dólares).

De continuar este aumento de la desigualdad, en lugar de que los países en desarrollo alcancen a los adelantados en los buenos indicadores de disminución de la desigualdad, se daría -por el contrario- que varios países adelantados, entre ellos incluso EEUU, podrían entrar al Club de la Desigualdad del Tercer Mundo. Esta posibilidad se ha denominado como la hipótesis del reverse catching-up (revirtiendo el alcance), es decir, están tratando de alcanzarnos, a los países en desarrollo, en cuanto a niveles de desigualdad .

El comunicado del G20 terminó sin pena ni gloria, con la declaración de que "nuestro crecimiento debe ser fuerte, sustentable y balanceado, pero también debe ser inclusivo”. Un saludo a la bandera.

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