domingo, 31 de mayo de 2015

Habilidades del directivo exitoso del siglo XXI

Si usted, estimado lector, es de esos profesionales como yo, que se tituló de su carrera universitaria en el siglo XX, seguramente fue formado con las mejores herramientas técnico-teóricas para ser un buen investigador, lo que le dio la oportunidad de encontrar un buen trabajo y mantenerse en él por varios años. A pesar de ese inicio motivador, lamentablemente le tengo una mala noticia: El siglo XXI y sus nuevos paradigmas relacionados a la tecnología, al trabajo colaborativo en comunidad y al acceso ilimitado a la información están construyendo rápidamente una nueva realidad económica, en la cual las habilidades profesionales del siglo pasado están siendo sustituidas por otras totalmente diferentes.
Bajo esta nueva realidad, pareciera que todos nuestros pares profesionales tienen conocimientos técnicos similares o superiores a los nuestros (gracias al acceso irrestricto al conocimiento que representa hoy en día internet) y más bien podríamos suponer que nuestra diferenciación está relacionada con otros factores, disímiles a la educación teórica que hayamos recibido.
En esa dirección, para tener un buen trabajo, al parecer los profesionales en este siglo deben ser una combinación perfecta entre Ricardo Tapia, más conocido como "Robin, el joven maravilla”, por su gran energía, inteligencia y ganas de trabajar sin horarios y el "Maestro Yoda” de la Guerra de las Galaxias, por su vasta sabiduría.
Es así que, revisando un par de publicaciones sobre estrategia y negocios, hace un par de semanas leí un interesante artículo de la revista América Economía que trata sobre la evolución del liderazgo empresarial, que hace hincapié en tres habilidades fundamentales que los gerentes exitosos de hoy en día deben cultivar.

1. Habilidades emocionales
En las últimas décadas el mundo organizacional ha encontrado que las habilidades emocionales (llamadas también inteligencia emocional) de sus altos directivos pueden definir claramente el éxito o fracaso de las instituciones. En esa línea, Harvard Business Review califica a la inteligencia emocional como un concepto arrollador para explicar por qué las empresas más influyentes en el nuevo milenio están siendo lideradas por directivos con grandes habilidades emocionales; hace notar que hasta hace unos años muchos gerentes eran contratados por su capacidad intelectual y su gran experiencia técnica, pero al final no cumplían con sus objetivos al encabezar las organizaciones porque demostraban tener bajos niveles de inteligencia emocional.
Al observar que los tests de coeficiente intelectual no arrojaban suficiente luz sobre el desempeño de las personas en diferentes aspectos de sus vidas, Daniel Goleman, profesor de la Universidad de Harvard, investigó durante muchos años qué factores pueden determinar las marcadas diferencias que existen, por ejemplo, entre un trabajador "estrella” y uno "promedio”, o entre un "individuo asocial” y un "líder carismático”.
Los resultados de su investigación concluyen que, con mucha frecuencia, la diferencia radica en un conjunto de habilidades emocionales, entre las que destacan el autocontrol, el entusiasmo, la empatía, la perseverancia y la capacidad para motivarse a uno mismo. Si bien una parte de estas habilidades son herencia genética y otras se desarrollan en la niñez, la evidencia empírica demuestra que las habilidades emocionales son susceptibles de aprenderse y perfeccionarse a lo largo de la vida.

2. Habilidades culturales
Estas habilidades están relacionadas con reconocer, analizar y adaptarse a diferentes características culturales que puedan tener las personas con las que trabajamos, de manera que la comunicación efectiva no esté comprometida cuando el directivo interactúe con personas de otras raíces culturales. Así, según la empresa Iceberg, especializada en inteligencia cultural, un directivo exitoso debe tener la habilidad de identificar y comprender las diferencias culturales y de valores entre las personas que trabajan en su institución.
Las diferencias culturales no vienen relacionadas únicamente con la proveniencia de otros países y continentes, sino también con diferentes regiones dentro de un mismo país, donde pueden existir otras costumbres, valores y usanzas. Por ello, el directivo exitoso del nuevo milenio debe tener la habilidad de desarrollar estrategias de ajuste a las diferencias culturales mientras permanece auténtico.
Desarrollar habilidades culturales no significa comprometer los valores personales, sino reconocer las diferencias y adaptar el propio comportamiento a ellas. De esa manera, un gerente con inteligencia cultural es capaz de solucionar problemas, tomar decisiones y resolver conflictos, optimizando las diferencias culturales para generar mejores soluciones sustentables y creativas para la empresa.

3. Habilidades generacionales
Como podrá haber deducido el amable lector, estas habilidades gerenciales están relacionadas con poder a adaptarse y gestionar diferentes grupos etarios dentro de las organizaciones. Todos sabemos que el talento es algo escaso, difícil de gestionar y no tiene edad. Por la realidad económica actual, la gente tiende a trabajar más años, y esto hace que cada vez más generaciones tienen que convivir en la misma compañía, cada una con sus propias visiones, compromisos, principios, lealtades, objetivos y manías.
De esta manera, el directivo exitoso deberá adaptarse, respetar y apreciar el valor agregado que cada generación puede ofrecer a su institución, conformando equipos de trabajo con babyboomer, nexters, y generaciones U, X, Y y Z, complicando la interacción y comunicación; pero dando nuevos retos a la integración, respeto a las personas e incrementando la probabilidad de éxito que se puede obtener de equipos con habilidades diferentes pero complementarias.

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