martes, 22 de julio de 2014

Carlos Molina. Es propietario, junto a su familia, de la bodega Kuhlmann y del hotel Los Parrales, en Tarija.

Carlos Molina conoce bien el arte de catar vinos y singanis. Es enólogo de profesión y desde hace 37 años lidera una empresa pionera en la elaboración de singanis en Tarija: Kuhlmann y compañía. Su padrastro, Franz Kuhlmann, de origen alemán, levantó la firma produciendo las primeras 100 botellas y tras su muerte, Carlos recibió la posta de la empresa. Hoy producen alrededor de 500.000 botellas al año. Un 2% se va para EEUU y Suiza y, tienen en la mira España y Suecia. Cuenta además con el hotel cinco estrellas Los Parrales.

—¿Cuál fue la herencia de don Franz Kuhlmann?
Mi padrastro Franz fue un emigrante alemán que llegó en 1913 a Bolivia y comenzó a trabajar como bodeguista en Inti, en Camargo, y ahí un par de amigos le enseñaron a elaborar el singani y comenzó con cinco fardos de botella y la vendía en odres caseros, y un comerciante le ofreció una etiqueta de coñac francés que tenía un diseño con tres estrellas y así la clientela se habituó y nació el singani Tres Estrellas.

—¿Cuándo nació la empresa?
Nació en 1930 y consecutivamente no ha tenido ninguna modificación, ni incorporación. Es una empresa 100% familiar y no ha tenido interrupciones accionarias de ninguna clase.

—¿Cómo fue el proceso de maduración de la empresa?
En Camargo estuvimos hasta 1972 y en el 1973 nos trasladamos a Tarija. Ahí iniciamos una nueva bodega que la hizo mi padre y estuvimos hasta 1977, el año que falleció. Después me hice cargo con mi madre y continuamos en Tarija. Aquí estamos implementando desde hace dos años una nueva bodega con la tecnología que exige el mercado externo. Ya exportamos a EEUU y a Suiza, obviamente en cantidades pequeñas porque aún el singani no es conocido internacionalmente.

—¿Con qué capacidad se iniciaron?
En 1930 empezamos con 25 fardos. Cada fardo tenía 20 botellas, por tanto, eran como 100 botellas. Durante 50 años consecutivos Hansa Ltda. distribuía nuestros productos en los centros mineros de Potosí, en la Paz, Catavi, Oruro y Siglo XX. No había tanta competencia como ahora, con el contrabando hay productos sustitutivos de mala calidad.

—Y actualmente, ¿cuáles son sus volúmenes de producción?
Son de 500.000 botellas al año. Lamentablemente el singani no ha crecido como el vino.

—¿Cuáles considera sus productos más importantes?
Los Parrales produce solamente singani. Tenemos tres variedades de singani: Reserva Aniversario, Selección y el Clásico para coctelitos y para mezclar con jugo, como el cóctel de mandarina, de naranja. La ventaja del singani es que se puede combinar con todo.

—¿Qué volúmenes destinan a la exportación?
Unas 10.000 botellas. El problema del singani es que no lo conocen. Recién lo estamos dando a conocer. No es como otras bebidas. El pisco, por ejemplo, nos lleva la delantera. Es una bebida similar al singani, pero lo nuestro tiene características mejores por la altura y los aromas.

—¿Cuáles son sus planes de inversión para este año?
Estamos implementando nuevas vasijas, nuevas infraestructuras para poder sacar mayor calidad y estar a la vanguardia de la producción. Queremos exportar y para eso esperamos que el Gobierno nos pueda colaborar como lo hacen en otros países. Se está trasladando la bodega que teníamos a un nuevo lugar y lo estamos financiando con créditos. Yo creo que para el próximo año vamos a terminar este ambiente.

—¿Cómo se levantó el hotel?
Fue una locura mía. Cuando falleció mi padre, la casa mi madre la convirtió en el hostal Costanera, ampliamos dos veces hasta 20 habitaciones. Le propuse hacer un hotel y comenzamos a trabajar en el proyecto en 1992 y fuimos elaborándolo y construyendo con fondos del Bidesa. Cayó el banco, me quedé un año paralizado. El Banco Mercantil compró la deuda y tuve que hipotecar todo. La situación fue muy dura, pero salimos adelante.

— ¿Cuántas empresas producen singani en Tarija?
Legalmente no deben pasar las ocho empresas que visualmente están en actividad. Después, hay mucha producción casera o informales que no están registrados y no pagan los impuestos que corresponden.

—¿En cuánto está valuada la bodega?
No hemos hecho el estudio, pero tengo que llegar a hacerlo. Ya hemos ganado ocho medallas de oro en concursos internacionales avalados por la Organización de la Viña y del Vino, que es como la FIFA en el fútbol. Competimos contra piscos chilenos, peruanos y con otros licores. Tenemos un buen producto y una gran empresa.

—¿Cuáles son las dificultades del sector vitivinícola?
Sufrimos el daño del contrabando con bebidas sustitutivas con precios más baratos y el mercado está inclinándose a comprar esto. Bebidas como el wiski, el ron, el vodka, el fernet, son las que compiten directamente con el singani. Internamente es la producción clandestina la que no paga impuesto y abarata sus costos, y también hay bebidas que la hacen aquí en Bolivia a base de alcohol de caña

PERFIL
NOMBRE Y APELLIDO
CARLOS MOLINA
ESTUDIOS: LICENCIATURA EN ENOLOGÍA
EDAD: 60 AÑOS.
ESTADO CIVIL: CASADO, CUATRO HIJOS
HOBBIES: VISITAR EL CAMPO Y DISFRUTAR EN FAMILIA
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