domingo, 29 de diciembre de 2013

El factor XX: una cuestión de eficiencia en los países

Uno de los determinantes más importantes de la competitividad de un país es su talento humano -las habilidades, el nivel educativo y la productividad de su fuerza laboral- y las mujeres representan más de la mitad de esa base de talento humano en el mundo. Pareciera que cuando uno habla de desigualdades de género estuviera ondeando una bandera feminista en reclamo a los derechos de las mujeres. Y se suele perder la visión más estratégica sobre el hecho de que cerrar las brechas de género no es sólo un tema de derechos humanos y equidad, sino también de eficiencia. Así lo establece el Global Gender Gap Report 2013. De acuerdo con el informe, existe una correlación entre la igualdad entre hombres y mujeres y los niveles de competitividad, PIB per capita y desarrollo humano de un país. Esto es particularmente cierto para México. A pesar de ser la 13ª economía más importante a escala mundial, el país se ubica en el lugar 55 del Global Competitiveness Index. Por su parte, México ocupa el lugar 112 en una muestra de 136 países del Global Gender Gap Index en cuanto a la participación y oportunidades económicas que tienen las mujeres en comparación a los hombres. Estar relegado en la fila en ambos ranquins no parece ser una simple coincidencia. Si bien la correlación no demuestra causalidad, es consistente con la creciente evidencia de que ampliar la participación de las mujeres en el mercado y empoderarlas en el proceso, significa un uso más eficiente del talento humano de un país, y de que reducir las brechas de género impulsa la productividad y el crecimiento económico. Con el tiempo, la competitividad de un país depende, entre otros factores, de cómo se eduque y utilice su factor XX (determinación cromosómica de las mujeres). En México, se ha logrado cerrar al 100% las desigualdades en el acceso a la educación y cada vez más mujeres tienen acceso al nivel superior. Pero las mexicanas aún enfrentan barreras para insertarse en el mercado laboral, pues sólo se ha cerrado el 55% de la brecha en la participación en actividades productivas. La brecha ha disminuido en los últimos años, pero aún es significativa. Apenas el 47% de las mujeres forma parte de la fuerza laboral, las que trabajan perciben menos de la mitad del salario de los hombres, mientras que sólo el 31% de los puestos gerenciales y de alto nivel de especialización son ocupados por mujeres. En este contexto, la cuestión de eficiencia, si bien atemporal, resurge con fuerza para recordar a los tomadores de decisión, no solo en México, sino en el mundo, que abrir espacios para la participación de las mujeres puede rendir frutos al mejorar la competitividad de sus economías y maximizar su potencial de desarrollo.

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