martes, 14 de mayo de 2013

“Bolivia es un país de oportunidades, no vale la pena quejarse” Nancy Campero.

Nancy Campero de Gonzales palpa todos los días el ‘boom’ de la construcción en Santa Cruz. Lidera, junto a su familia, una de las empresas pioneras en la venta de acero y sus derivados: Monterrey SRL. En 2012, facturó más de $us 50 millones comercializando más de 120.000 toneladas de acero en los mercados de Bolivia, Perú y Colombia. Habla, con pausa y sinceridad, sobre la inclusión de su familia en el sector y sobre sus proyectos para su 25.º aniversario.

—¿Cómo surgió el nombre de la empresa?
Mi suegra tenía una agencia de fideos en Cochabamba que se llamaba Monterrey y cuando buscábamos nombre para la empresa junto a mi esposo, él lo sugirió y me gustó; lo aprobamos inmediatamente.

—¿Con qué volúmenes de importación arrancó Monterrey?
Siempre se empieza con poco, salvo que sea una transnacional. Empezamos con 50 a 100 toneladas (t) de hierro de construcción y, a lo largo de estos 25 años, hemos ido creciendo de 10% hacia arriba.

— Y actualmente, ¿cuánto importa?
Ahora no solo importamos hierro de construcción, sino también otros productos como los alambres de púas, las planchas, las calaminas y otros materiales de acero. Estamos manejando alrededor de 90.000 a 95.000 t en todos nuestros productos.

—¿Cómo llega la empresa a sus 25 años de operaciones?
Monterrey nació como una empresa familiar. En principio fuimos mi esposo y yo, y ahora ya contamos con los hijos, que se fueron profesionalizando. Seguimos trabajando con los productos de Arcelor Mittal, una de las empresas más grandes del mundo. Este año empezamos también con nuestra planta de prefilación (reducción del alambre) en Guapilo, donde vamos a fabricar clavos, alambre de amarre, alambre galvanizado, mallas electrosoldadas y carretillas. Queremos producir unas 2.000 t al mes de diferentes productos.

—¿Cuánto invirtieron en ese proyecto?
Es un aproximado de $us 10 millones. Es un proyecto acariciado por mi esposo. Él es una persona a la que le gusta concretar sus sueños. Este proyecto no es solo una fábrica de clavos, sino una planta de trefilación de alambre para que, a partir de ello, saquemos otros productos. Queremos alcanzar a producir las 2.000 t al mes en toda la gama. Es un número que sí se puede lograr.

—¿Hay dificultades o facilidades para desarrollar una empresa en Bolivia?
Creo que más dificultades. Para esta planta tuvimos problemas, por ejemplo, con la provisión de energía. Hicimos nuestro propio tendido de gas y los trámites que se hacen en la ATT son engorrosos. Pero creo que no vale la pena quejarse, sino seguir adelante. Creo que, si miramos con optimismo, Bolivia es un país de oportunidades.

—Cuéntenos, ¿cómo le va a Monterrey en Perú?
Incursionamos en Perú hace cinco años con Arcelor Mittal. Mayra (hija) tomó la rienda en Lima (habla Mayra):
Aquí en Bolivia se trabaja con el fierro grado 50, igual que en Brasil. Sin embargo, Perú exige el grado 60 con más resistencia a sismos. Allá el consumo de acero supera los 105 millones de t al año. Nosotros comercializamos entre 4 y 5 millones, pero el objetivo es llegar a 10 millones. Tenemos una central en Lima y otra en Trujillo. Ahí contamos con el servicio de corte y de doblado de Belgo Pronto.

— ¿Qué proyectos tiene Monterrey en ese país?
En Perú estamos participando en la remodelación del Estadio Nacional, en el primer metro que se está construyendo y en otras tres obras de renombre. Nuestro mercado es destinado un 70% para constructoras y un 30% a la distribución.

— ¿Cómo se siente ser empresaria boliviana en el extranjero?
Es muy gratificante. Siempre piensan que las empresas que llegan de afuera son de economías más grandes. Lo que nos ha ayudado a entrar a Perú es que bolivianos y peruanos tenemos una semejanza cultural. Eso ayuda a que los mismos clientes no sientan esa diferencia de que le están comprando a una persona que no es peruana (concluye Mayra).

— ¿Y en Colombia?
Se nos dio la oportunidad de abrir una sucursal de Arcelor Mittal en Colombia cuando viajamos a Cartagena, hace seis años. Exploramos Barranquilla, que está en la puerta del Caribe y vimos una gran ventana porque no se pelea con el eje central. Abrimos a inicios de 2012. Es una sola planta subsidiaria de Monterrey, allá está como Inkaferro Colombia.

—¿Qué planes de expansión tiene Monterrey?, ¿cómo se ve celebrando los 50 años?
Los 50 los va a cumplir Mayra. Creo que yo, tal vez no. Apostamos por abrir una sucursal en Trinidad, crecer en la mancha urbana cruceña, en los barrios, abrir una sucursal en Montero, mirar el norte y las provincias. En 2013 cerraríamos con 11 sucursales. Tenemos también la parte agropecuaria y recientemente incursionamos en el PVC. He visto también que están entrando empresas españolas a construir en Bolivia. Eso nos ayuda bastante.

—¿Qué espera del proyecto siderúrgico Mutún?
Como boliviana vi este proyecto muy esperanzada; sin embargo, las dificultades fueron evidentes desde el inicio. Creo que el costo es muy elevado y nuestro mercado pequeño y tenemos dificultades con la provisión de energía. Si uno va a hacer una inversión gigante, tiene que pensar en exportar. Hay que considerar a los otros jugadores como Brasil, Argentina y Paraguay. No se puede apostar para no hacer nada. Ahora lo quiere hacer el sector público y creo que para administrar bien esa iniciativa se necesita gente que sepa del negocio. Creo que empezar con una miniacería sería mucho mejor

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